TIRO A GOL
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Panorámica del Cuscatlán. FOTO/Diario El Salvador |
Campo Elías Estrada
cestradacampo@gmail.com
Un gol de José Fajardo en un revulsivo segundo tiempo, fue suficiente para terminar con el maleficio del estadio Cuscatlán donde Panamá había caído con El Salvador en seis partidos de eliminatoria mundialista, incluyendo con el mismo Thomas Christianen, la última vez, el 7 de octubre del 2021.
Pero de nuevo la fecha del 10 de octubre le volvió a sonreir al seleccionado nacional, como hace ocho años cuando se consiguió la clasificación a la Copa del Mundo de Rusia 2018; como hace cinco años cuando Christiansen debutó con Panamá con una victoria a domicilio en Costa Rica, y como hace cuatro años cuando se derrotó por primera vez a Estados Unidos en una eliminatoria mundialista, en el Rommel Fernández, con el mismo entrenador europeo en la dirección del equipo.
Pero este viernes, antes de su primera victoria en siete partidos en el Cuscatlán, se tuvo que sufrir hasta el final, con un gol que fue criticado por los medios salvadoreños, por un supuesto fuera de lugar de Michael Murillo, en la jugada que antecedió al gol.
En la previa, los periodistas salvadoreños del canal que transmitió el partido, reconocían que jugador por jugador Panamá era más, por el largo proceso que se llevaba y por la mayor experiencia de sus futbolistas, por lo que se esperaba que los jugadores de la selecta jugaran con pundonor, como en efecto lo hicieron en un partido de fuerza, de entrega, donde no se regaló nada, lo que hacía predecir que el que metía el gol ganaba.
Panamá despertó del todo en el segundo tiempo, después de unos primeros 45 minutos con pocas escaramuzas donde Adalberto Carrasquilla sobresalía del resto y en el que el defensa Andrés Andrade intentó aportar con algunas salidas. Ya en el tiempo complementario, el seleccionado nacional comenzó más agresivo, allí aparecieron el Puma José Luis Rodríguez, Édgar Bárcenas, Michael Murillo, Eric Davis, José Fajardo y el mismo Carrasquilla, que llevaron el peso de la ofensiva hasta gestionarse el gol y el intento de alcanzar el segundo en los minutos restantes.
Sin embargo, El Salvador vendió cara su primera derrota con Panamá y encimó con todo, frente a un visitante que en los minutos finales aguantó atrás y le regaló el balón a los de casa. Por fortuna, cuando se jugaban cuatro minutos de reposición, Noel Rivera desperdició una clara ocasión de gol para el empate del equipo local cuando estuvo en un mano a mano con el portero Orlando Mosquera.
Fue un partido de sufrimiento, que es el sello de marca de las eliminatorias. A diferencia de los dos primeros partidos de esta fase final, frente a El Salvador no se contaron con grandes ocasiones de gol, porque el rival estuvo aplicado en la cancha, pero si se mejoró en el orden. Christiansen abrió casi que con su equipo de siempre, porque confía en lo que tiene, él más que nadie lidia con los jugadores y se mantuvo fiel a su filosofia. No se dejó presionar por lo que pedían los medios.
Frente a El Salvador, se comenzó con los mismos y se ganó con los mismos, lo que no se pudo conseguir en los dos partidos anteriores por la falta de contundencia en ataque. A los 10 minutos se lesionó José Córdoba y lo suplantó Jiovany Ramos, de buena actuación.
Con su primera victoria, Panamá consiguió un respiro para volver a la cima del grupo junto a Suriman, su rival del próximo martes en el Rommel, que en el Cuscatlán había ganado 1-2.
Los Surinameses y los panameños suman cinco unidades, pero los primeros son líderes por más goles anotados; en una eliminatoria loca, pareja y nivelada, ante la ausencia de los tres países sedes del mundial del 2026, en la que Haítí, Curazao y Surinam están al frente de los tres grupos.
Por eso mismo, lo que vienen son tres finales para Panamá y el resto de participantes. En las tres fechas disputadas se ha visto que da lo mismo ser local que visitante, nadie tiene asegurada su victoria en casa, cada partido se ha tornado diferente con juegos impredecibles y resultados sorpresivos.
Hoy Panamá se quitó de encima ese maleficio que por 48 años lo atormentó cuando visitaba el Cuscatlán en partidos de eliminatoria, el viernes se volvió a respirar y se recobró el autoestima, pero no hay que confiarse para lo que viene, porque ni Surinam, ni Guatemala ni la mismo El Salvador van a regalar nada.
Lo del Cuscatlán queda como una simple anécdota, en una eliminatoria donde lo que verdaderamente importa es cuando se consiga la clasificación a la Copa del Mundo del 2026.
Si se alcanza, entonces esta generación quedará en la historia.
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