TIRO A GOL
Campo Elías Estrada
cestradacampo@gmail.com
Lo de Panamá ya es preocupante. Con el segundo empate en cuatro días ante Guatemala (1-1), en la recta final de la eliminatoria, pareciera como si la curva de rendimiento, que por un momento estuvo en la cúspide con sus dos finales regionales y una aceptable participación en la Copa América, comenzara a descender estrepitosamente.
Bajo la dirección de Thomas Christiansen, Panamá ha sido el equipo de moda de los últimos años en la región. Todos hablaban maravillas de sus jugadores y de su entrenador, hasta convertirse en el mejor equipo centroamericano de la CONCACAF en el ránking de FIFA, lo que por obvias razones lo pusieron por primera vez en la historia de estas lides, como favorito para clasificar directo al mundial del 2026. Lamentablemente, todo eso no cuenta en las eliminatorias, que se juegan a otro precio, lo que hoy vale es el momento, no ese reciente pasado exitoso.
Anoche, en el Rommel Fernández, el público le respondió a la selección con un lleno impresionante, pero el equipo y su entrenador no le correspondieron. Los decepcionaron.
Con el 0-0 en Surinam se llegó a pensar que la cancha sintética había tenido que ver en parte con el rendimiento del equipo, pero la historia se volvió a repetir en la cancha natural del Rommel Fernández, con un rival que mostró los dientes y que muy bien pudo haber ganado el compomiso.
Hoy, todos tienen referenciado al equipo de moda. Surinam lo hizo ver mal y Guatemala, que venía de perder como local con El Salvador, vino con su garra chapina. En el Rommel vendió cara ese primer revés, sus jugadores pusieron "huevos" en cada balón que disputaron. Eso se llama vergüenza deportiva. Por eso, no es solo decir que Panamá jugó mal, hay que darle los creditos a sus dos primeros rivales que desarmaron la estrategía del seleccionado de moda en la CONCACAF. A mi en lo personal, me gustó más Guatemala que Panamá.
Como apunté el otro día utilizando un término beisbolístico, todos los rivales le descubrieron la señal a Christiansen, lo que me recordó a Colombia para el Mundial de 1994, cuando los de Francisco Maturana se pusieron de moda en Sudamérica y el mundo, hasta llevar a pensar a muchos, entre ellos al Rey Pelé, que los cafeteros iban a ganar el mundial por todo lo que había hecho en la eliminatoria, sin embargo, en Estados Unidos, fue el primer eliminado de la Copa del Mundo.
Con Panamá está pasando algo parecido en sus dos primeros partidos en los que ha sumado dos puntos de seis disputados. Al equipo de moda de la CONCACAF ya lo tienen referenciado, pero pareciera que el único que no se da cuenta es Christiansen y toda su corte de asesores.
El lunes en el Rommel Fernández, utilizando un término de mi colega Álvaro Sarmiento, la selección y su cuerpo técnico estuvieron descompensados. Guatemala, en cambio, estuvo fino en todo el partido, me pareció que la presión de favorito está haciendo mella entre los jugadores, porque da la idea que por el momento se les ha convertido en una carga pesada, sumado al mismo planteamiento que usted amable lector, yo, y sus rivales, ya conocemos de Christiansen.
Guatemala no dio libertades, por eso jugadores como Ismael Díaz, Edgar Bárcenas, José Fajardo y Aníbal Godoy estuvieron perdidos. Mientras que atrás, ni Amir Murillo, Fidel Escobar, Andrés Andrade, ni Eric Davis pudieron salir con confianza, porque le taponaban las salidas. Con Carrasquilla, se pecó al ponerlo muy ofensivo durante el primer tiempo, porque arriba perdió el panorama para pensar como muy bien lo hace cuando juega más atrasado.
Solo Carlos Harvey, que marcó el tanto del empate y se comió un gol al comienzo del segundo tiempo, fue el único pensante del equipo. Fue el jugador con ideas, dinámica, con ganas, el que le dio salida desde atrás, pero estuvo solo ante un equipo desorientado, confundido y sorprendido por el rival, que vino a jugar, a encarar, a proponer, que se defendió con garra y que no regaló ningún espacio, excepto en el gol de Harvey, que fue espectacular por su salto felino.
Con los primeros cambios en el segundo tiempo, se tuvo un poco más de salida con el puma Rodríguez, mientras en las gradas se vivía mucha angustia y desesperación, que igualmente también se reflejaba entre los jugadores y sobre todo con Christiansen y su corte de asesores.
Al final el entrenador terminó jugando con puros delanteros: Tomás Rodríguez, Cecilio Waterman y Everardo Rose, éste último figura de la Liga Panameña de Fútbol, que en los pocos minutos, recibió una amarilla y no pudo dar una buena, por obvia razones, entró desorientado como estaba el resto de sus compañeros, que lucían angustiados y desesperados, como lo vivíamos todos en las gradas, observando que en los minutos finales el rival tenía más fineza cuando transitaba el balón al frente, contrario a una Panamá que jugó sin ideas, sin dirección técnica, y al final intentando a lo que saliera.
Le escuché lamentarse a Chrisitiansen de las oportunidades que tuvo Panamá con tantas llegadas ofensivas. Si, es cierto, pero todas las tiraban para arriba. Ismael Diaz fue uno de ellos. Se hilvanaron llegadas, pero el último toque no llegaba a su objetivo. Eran imprecisos, como lo fue el mismo equipo y sobre todo el cuerpo técnico. Estaban presionados con el rival, el resultado y su condición de local, ante un lleno espectacular en el Rommel Fernández.
El equipo y Christiansen terminaron descompensados, por eso el momento poco ortodoxo de Carrasquilla, cuando sujetó de la camiseta a Darwin Low, que lo arrastró por unos metros, en su afán de frenar un avance chapín.
Por lo que hemos visto en dos fechas, estas eliminatorias están al rojo vivo. Surinam ganó de visitante en El Salvador y es líder con 4 puntos, los del Bolillo Gómez son segundos, con 3, Panamá tercero con 2 y Guatemala cuarto con 1.
El 10 de octubre, Panamá visita el Cuscatlán en el que siempre ha perdido en sus compromisos de eliminatorias y el 14 del mismo mes recibe a Surinam.
El sufrimiento continurá en estas dos fechas cruciales. Queda un mes para que Christiansen modifique su estrategia y seguramente, haga nuevos movimientos con los jugadores. Que se olvide del pasado, ya todos lo tienen referenciado, que piense en los que hoy le pueden solucionar este problema que jamás se lo habría imaginado antes de enfrentar a Surinam. De momento, Panamá está fuera del mundial.
Ah, se me pasaba. Lo más nefasto de la noche del lunes en el Rommel Fernández fue cuando lanzaron los fuegos articiales, que seguramente se tenían reservados para una supuesta victoria, en medio de la decepción del público, que despejaban cabizbajos el coliseo de Juan Díaz. ¡Qué contrariedad!
Muy buen artículo, como siempre, Campinho. Resulta difícil digerir lo que ha pasado en estas dos primeras fechas, en que al menos el presupuesto era por lo mínimo unos 4 puntos. Y sí que es preocupante. Una selección que se ha desdibujado en todos los aspectos y que no da certeza alguna de poder remontar o sacar un resultado en un momento crucial de la eliminatoria. Antes se le criticaba el hecho de no cerrar bien los partidos estando en ventaja, sufrir innecesariamente en los últimos pasajes. Ahora sufre y es impotente todo el trayecto, no ataca con claridad ni eficacia, mientras que cada llegada del rival se convierte en un susto. Le quedan cuatro compromisos --dos de visita ante El Salvador al que nunca ha derrotado en eliminatorias de visitante y frente a Guatemala, que ya no se amedrenta con los panameños. Cuatro fechas angustiantes en las que no hay margen para seguir timoratos, carentes de ideas y sin contundencia. No ganar el grupo, ni terminar entre los dos mejores primeros segundos, sería un traspié doloroso para un equipo que en la última década se convirtió en sensación pese a no clasificarse a Qatar. Esta, una eliminatoria sin los pesos pesados, era la ocasión para reafirmar el la evolución y crecimiento regional alcanzado. Pero como tu dices en tu título del artículo parece que se ha perdido la memoria; la sele se ha desinflado o los rivales del área ya la tienen demasiado referenciada.
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