DONALD TRUMP
Campo Elías Estrada
cestradacampo@gmail.com
Donald Trump volvió a tocar el tema del Canal de Panamá en su posesión como presidente de Estados Unidos, lo que indignó a los 4,5 millones de panameños que habitan en una superficie terrestre de 75.517 Kilómetros cuadrados, haciendo que por sus cabezas volviera a aparecer el fantasma de casi 100 años de dominio estadounidense, en cientos de kilómetros del territorio nacional.
Hay que estar en los zapatos de un panameño, para sentir en carne propia el efecto de las palabras del hoy presidente de la potencia más poderosa del mundo, que desde 1903, hasta el 31 de diciembre de 1999, se atravesó en la historia de Panamá a través de un tratado (Hay Bunau Varilla) para la construcción del Canal de Panamá, que prácticamente vendió parte de la soberanía de este pequeño país centroamericano.
Por eso, las palabras de Trump retumbaron en las cabezas de cada panameño, sin distinción de afiliación política, haciendo que todos se unieran en uno solo, para gritar que el "Canal de Panamá es nuestro", gracias a un tratado que se firmó el 7 de septiembre de 1977 entre el comandante de la Guardia Nacional, Omar Torrijos, y el presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, que garantizaba que Panamá tendría el control del canal después de 1999.
Y así como hay que estar en los zapatos de un panameño, para sentir el dolor por cada palabra expresada por Trump, que se sintió sobre la cicatriz de una vieja herida, así también hay que estar en los zapatos de un desalmado, para sentir la arrogancia, la prepotencia, el odio y sobre todo, el descaro, por volver a amenazar a una pequeña nación que se invadió hace 35 años, y a la que se tuvo sometida por muchos años a raíz de un tratado para la construcción del Canal de Panamá.
Hoy el pueblo panameño se ha unido en uno solo para expresar su desacuerdo por las palabras del presidente de Estados Unidos, recordando a las generaciones que lucharon y protestaron, para que el país fuera soberano y que su bandera de izara en todo el territorio nacional. Hay mucha historia, con sangre de por medio, entre las relaciones de Panamá con los Estados Unidos, con protestas incluidas, en la que hubo muertos, a los que hoy se los recuerda como los mártires de la patria.
Las reacciones de los panameños no han cesado, y una que me llama la atención es la de Rubén Blades, hoy uno de los panameños más reconocidos en el mundo, que ha sido un opositor al presidente de Panamá, José Raúl Mulino.
Desde Estados Unidos, en donde reside desde hace años, Blades calificó de "egomaniático" a Donald Trump, por su "alucinada demanda", en su columna: Apuntes desde la esquina.
"Aunque ninguna de sus aseveraciones ha sido respaldada con pruebas, corresponde al gobierno panameño asumir el asunto seriamente y prepararse para presentar razonadas respuestas ante organismos internacionales, en el caso de que el gobierno norteamericano ordene acciones concretas que atenten contra el interés y la soberanía del área canalera, o de cualquier otra parte del territorio nacional. Lo primero que sugiero al gobierno de Panamá es no permanecer callado. Los desatinos de Trump deben ser respondidos con energía y sin vacilaciones", escribió el artista panameño.
Blades, también advierte, que "asumir que Trump no habla en serio o considerar que sus acusaciones son tan absurdas que no podrán prosperar ante un análisis nacional, no deben crear en el gobierno panameño un falso sentido de seguridad".
Siempre he considerado que a un orate hay que tenerle mucho cuidado, porque cuando un loco amenaza, seguro que hará daño, y más, cuando es un multimillonario que en sus manos tiene el control de la nación más poderosa del mundo.
¡Dios bendiga a Panamá!
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