lunes, 23 de septiembre de 2024

UN CUENTO DE VIEJA DATA


JULIO ONÍAS ESTRADA  NOGUERA 






Campo Elías Estrada
cestradacampo@gmail.com


Cuando se sienta por mucho tiempo en un sillón, don Julio Onías Estrada Noguera aprovecha ese momento para contemplar su pasado, con su mirada siempre fija, entonces, cualquier recuerdo que le llega a esa mente prodigiosa lo va evocando minuciosamente, con todos los detalles del caso, como si dentro de su cabeza tuviera una filmadora que le va mostrando todo ese recuerdo. Sus 103 años no son obstáculo para regresar por ese imaginario túnel del tiempo.

De lejos veo sentado a mi padre y cuando me le acerco le pregunto: ¿en qué piensas, papá? "Estaba pensando cuando hubo un terremoto en Túquerres", me contesta. "Verás. Siéntate a mi lado", me dice. Entonces, su mente comienza a abrir ese disco duro que tiene en su cabeza, que lo transporta tal vez, entre los años de 1932 a 1936. Su mente comienza a viajar a través de su pasado, mientras va narrando con la gracia y la sapiencia de un historiador. 

"Una vez hubo un terremoto en Túquerres", dice. "Tendría entre unos 12 o 15 años, yo era el mandadero de la familia. Sería entre los años de 1932 a 1936". 

En medio de su relato, dijo que murió gente y como tantos, su familia perdió su casita y junto a todos tuvieron que vivir en el parque o alrededores. Su familia tuvo que amoldarse a su nuevo estilo de vida dentro de una carpa, en el solar de lo que era una casa. A esa carpa tuvieron que ajustarle un techito de paja, porque su madre Rosario estaba en embarazo. Así fue, que en medio de esa situación nació su hermana menor, Clara Inés, que más adelante en joven, le entregaría su vida al Señor en calidad de religiosa de la congregación franciscana. Hoy tiene 88 años de edad.

A don Julio le tocó ver cómo el terremoto arrasó casi que con todo, como una iglesia, en la que unos días antes le había tocado ver cuando subían un reloj inmenso a la torre de esa estructura religiosa.

Recuerda, que en medio del temblor, la gente se arrodillaba y con los brazos abiertos, gritaban: "Señor, aplaca tu ira y tu rigor".

La gente vivió en medio de la zozobra por algunas réplicas, el ambiente era malsano, las necesidades del cuerpo se hacían en cualquier lado y el ambiente era fétido, hasta que con el tiempo se construyeron servicios públicos que fueron mejorando el ambiente. 

Mientras pasaban los días y los meses, llegó el momento en que se reconstruyó el pueblo. Irónicamente, el terremoto fue lo que propició la restructuración de este pueblo nariñense, que después fue tomando otra facha comparado a lo que había sido.

Con el pasar del tiempo, mi padre fue aprendiendo la carpintería por si mismo sin que nadie le enseñara, a pesar de que su padre Julián era ebanista.

Dice mi padre, que cuando era unos años mayor, como de 20, se comenzó la reconstrucción de Túquerres. Era como el año de 1940. Gracia a su padre Julián, mi papá participó en los trabajados de mejoras para volver a levantar a esta región del sur de Colombia.

Fueron unos meses en el que tuvo dinero en sus bolsillos, para ayudarle a su madre Rosario con la comida y otras cosas de su hogar.

Por entonces, don Julio era un campesino, con alpargatas en sus pies y pantalón y camisas para el diario vivir. Una vestimenta de trabajador.




Entonces por esos tiempos se usaba mucho el paño inglés para vestidos de caballero, con chaleco y sombrero. Mi padre era ya un apuesto joven que miraba la vida con otros ojos. De pronto vio la necesidad de cambiar de vestimenta y se mandó a hacer un vestido con chaleco y un par de zapatos como complemento. Por entonces, cuenta don Julio, se usaba mucho las alpargatas que se confeccionaban con cabuya, usar unos zapatos era toda una novedad para la época.

Ya con el vestido de paño listo para ser lucido, don Julio usó primero unos zapatos viejos de un hermano mayor, se los ponía en las noches, al rededor del parque, para ir acoplando sus pies con la nueva indumentaria que iría a formar parte en el cambio de vida.

Recuerda, que cuando los hombres usaban por primera vez zapatos, hacían mucho ruido, como cuando hoy una joven usa por primera vez zapatos de tacones altos. De ese modo, cuando comenzó a usar unos zapatos nuevos, ya tenía la técnica para caminar sin hacer tanto ruido.

Una vez fue a la tienda de una señora de nombre Emma, para comprar unas medias. La señora le dijo, "joven Onías", como lo llamaban por entonces, "para quién son las medias", a lo que él le respondía, "son para mi, para usarlas con unos zapatos que me voy a estrenar". ¡Oh!, doña Emma se sorprendió y le dijo: "Voy a estar pendiente, joven Onías".

Recuerda, que por entonces a los jóvenes les daba pena cuando por primera vez iban a cambiar de alpargatas a zapatos. Una vez, recuerda, fue testigo cuando un muchacho que iba a estrenar zapatos se quedó parado cerca de la  puerta de su casa sin atreverse a salir a la calle, entonces su padre lo empujó y le cerró la puerta. 

Finalmente, se dio el día en que don Julio salió de su casa con vestido de paño, chaleco, un sombrero y, naturalmente, su nuevo calzado. Mientras caminaba por la calle y pasaba por la tienda de la señora Emma, vio cuando la señora toda curiosa lo miraba por una rendija.

Allí comenzó una nueva vida para Julio Onías Estrada Noguera, joven apuesto, con mucho trabajo en la reconstrucción de Túquerres, nueva vestimenta, y toda una vida por delante. 

Luego de contarme esa  historia hace un leve alto y de inmediato pasa a contar otra historia ...

(Don Julio Onías Estrada Noguera tiene 103 años y el próximo 18 de noviembre del 2024 ajustaría un año más, si Dios lo permite.)


   




 

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