lunes, 10 de junio de 2024

DOS RECUERDOS AGRIDULCES

TIRO A GOL 





Campo Elías Estrada
cestradacampo@gmail.com


Panamá ganó sus dos primeros partidos de la eliminatoria para el Mundial del 2026 y es como si los hubiera perdido. Esa es la sensación que ha quedado entre los aficionados y los medios. Un sabor agridulce.

Coco Carrasquilla señaló después del 1-3 ante Montserrat, que entendía el malestar de los aficionados, porque se los había acostumbrado con las buenas presentaciones que se había hecho hasta el año anterior.

En síntesis, los juegos que se mostraron ante Guyana y Montserrat no convenció ni a propios ni a extraños, sin embargo, mirando los resultados en frío, se consiguieron los seis puntos, que en una eliminatoria es lo que vale, independiente de si se jugó mal u horrible. Los puntos son los que clasifican a una Copa del Mundo, el fútbol bonito que se vaya a la porra, mientras se consiga el objetivo del mundial.

Esto me recuerda al Bolillo Gómez, cuando se le pedía que ganara una Copa Oro y se lo criticaba sin misericordia. Su respuesta era auténtica: "a mi me trajeron para clasificar a un mundial". Y así lo consiguió. 

Con Thomas Christiansen se podrá decir que jugamos al estilo europeo, pero todavía le falta lo que consiguió el Bolillo Gómez. Todos sabemos que en esta eliminatoria existe una oportunidad para repetir en otra Copa del Mundo por la manera del sistema de clasificación, sumado el hecho más importante: los tres países sedes del mundial del 2026 no están en la contienda eliminatoria.

Por eso, para mi no me importa mucho que jueguen mal, lo que me interesa es que ganen los partidos, que son los que van a llevar a Panamá a un segundo mundial. El resto es puro cuento. Con jugar bonito no se clasifica a una Copa del Mundo. En una época a Brasil le pasó así en los mundiales, por jugar bonito no llegaba a una final, hasta que cambió su filosofía, cuando dejó de jugar para la tribuna y se centró en ganar dejando a un lado el espectáculo.

Le pasó algo similar a Panamá en la eliminatoria pasada para la Copa del Mundo de Catar 2022. Mientras Costa Rica estuvo floja y jugaba mal, sin convencer a una gran mayoría, los de Christiansen daban espectáculo y desarrollaban un juego bonito, al final, sin embargo, los ticos fueron los que clasificaron.

Por el mismo sistema de competencia de CONCACAF, en el que clasifican seis países directo al mundial y dos todavía tienen opción con un repechaje, la ilusión de un mundial no es solo de Panamá. Todos saben que es una oportunidad que antes jamás se había presentado.

Claro que hay que intentar jugar bien, y en estos dos partidos no se puede desconocer que no se lo ha hecho de la mejor manera, pero todo eso también forma parte de ese complejo de superioridad de Panamá a raíz del progreso que ha tenido el fútbol nacional.  Por esa misma supremacía, se pensaba que a Guyana y a Montserrat se los iba a golear sin despeinarse o con un pie amarrado, pero en la cancha vimos que no fue fácil. Que del dicho al hecho hay mucho trecho. 

Cuando estaban activos Julio Dely Valdés y René Mendieta, los dos me llegaron a decir, que un partido de eliminatoria mundialista era otra cosa, otra experiencia, otra presión, otra tensión, otro entorno, otra vivencia, independiente de si fuera Nicaragua, hablando de esos tiempos. Por eso se hace difícil hasta ganar en casa.

Y es natural que en un partido de una eliminatoria donde se juega el sueño de todo un país, la camiseta de la selección pese tanto. No es casual que se malogren tantas oportunidades de gol, debe ser que la presión de tener puesta la casaca nacional impida pensar claramente en una fracción de segundos cuando se tiene el marco a boca de jarro.

Terminado los dos primeros partidos, Nicaragua lidera el grupo D con los mismos 6 puntos de Panamá, pero con una mejor diferencia de goles. Tal vez muchos pensábamos que ese primer puesto era nuestro con una gran cifra de goles a favor, pero a duras penas se ha podido sacar los seis puntos.

Estos primeros partidos nos pueden servir de lección, para no creernos que Panamá es tan superior a sus rivales, como parece verse en el papel. O que tenemos jugadores de sobra para armar dos equipos. Hoy las ausencias de Andrade y Escobar, por ejemplo, se han echado de menos, no es fácil conseguir sus reemplazos, así Córdoba haya sido fichado en Inglaterra.

También adelante, se ha hecho notorio que nuestros actuales delanteros no hayan podido hacer olvidar a los Blas Pérez, Matador Tejada o el Pistolero Garcés, así se la pasen haciendo goles con sus clubes.

Se ha hecho notorio, incluso, que con el bajón del coco Carrasquilla, comparado a lo que hizo en el 2023, donde parecía que él fuera el que lo hiciera todo en la cancha, el equipo se quedó sin ideas.

Lo que se vio en los dos primeros partidos corroboran que los futbolistas de la selección son jugadores común y corrientes, nada del otro mundo. Que no son unas super estrellas, como algunos lo quieren vender. 

En una selección son 11 los  que tienen que mirar en la misma dirección. Siempre lo he dicho, que para selecciones como la nuestra, es difícil mantener el mismo rendimiento entre un torneo y otro, por eso, una cosa fueron las dos victorias ante los  ticos a finales del 2023, y otra, la realidad en este 2024.

Lo importante de todo es que se ganaron los dos primeros partidos de la actual eliminatoria, aunque con un fútbol pobre que no nos esperábamos. Lo que es un llamado de atención para lo que viene en junio del 2025 cuando se visite a Belice y se reciba a Nicaragua.

Una eliminatoria mundialista es otro cuento. Y en la siguiente fase, de clasificar, será más complicado todavía, porque los rivales vendrán con la misma ilusión que hoy tiene Panamá, y en esta instancia, la camiseta de la selección se hará más pesada.



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