domingo, 24 de marzo de 2024

UNA CAMINADA EN MIS PENSAMIENTOS

 PARAFRASEANDO A RUBÉN BLADES 






Campo Elías Estrada
cestradacampo@gmail.com


Por la esquina del viejo barrio los vi pasar. Primero, a un joven cabizbajo, tomado de la mano de un señor, como luciendo arrepentido.

También vi corriendo como un loco a Adán García, que salía de un banco. Unos segundos después escuché el sonido de varios disparos.

Salí a caminar por varias horas, primero por la vereda del 8 y el 2, buscando una guayaba que no encontraba. De pronto, me sorprendió el estruendo de un auto que chocaba contra una pared. Corrí para ver y pasé justo por un lado, observé varias botellas de licor en el interior, justamente en el puesto del conductor.

De pronto, para sorpresa mía, mientras pasaba por un edificio, vi salir a un hombre con su cabeza ensangrentada. Salió corriendo, mientras se dirigía a un hospital. Gritaba que un hombre lo había golpeado con un bate de béisbol.

En la esquina me crucé con un muchacho que tenía una peinilla en su mano, discutiendo con otro sobre qué marca de carro era mejor.

Pasaba por un sector con muchos edificios cancerosos, que daban la apariencia de estar transitando por una ciudad de plástico.

Cuando me aprestaba a cruzar una calle, alguien me gritó: "cuida'o en la acera,  cuida'o donde quiera, que te andan buscando. Un carro negro de larga antena". ¿'Por qué?', le pregunté. "Por tu mala maña, de irte sin pagar", me respondió esa persona, mientras se alejaba por el otro extremo de la calle.

En mis adentros me decía: 'La muerte es el mensajero, que con la última hora viene. Y el tiempo no se detiene. Ni por amor ni dinero. Maestra vida, me voy persiguiendo al tiempo, a ver si encuentro respuestas, antes de la hora en que yo muera. Aunque me estoy resignando a esa fatal decisión".

Y así, caminando y caminando me alcanzó la noche. Estaba todavía distante de mi casa, 'el barrio me esperaba como siempre, con un farol en la esquina, con la basura al frente y el ruido de la cantina'. De pronto, vi pasar por mi lado a Pablo Pueblo. Iba solitario. Lo escuché renegando, diciendo, entre dientes: ¿Hasta cuándo?

En el otro extremo, por un zaguán oscuro de una casa, divisé a una mujer que llevaba puesto un abrigo. Un rato después, por ese mismo zaguán, vi pasar a Pedro Navaja, que lucía un sombrero de ala ancha y con ese tumbao que tienen los guapos al caminar.

Mientras caminaba veía muchas papeletas en las paredes de políticos que prometen futuros en las lides politiqueras.

En mis ojos sentía un inmenso dolor, que en estas noches oscuras parecían vivir de amarguras y desolación, sobre todo en los tiempos de política.

Me senté en la silla de un viejo parque de mi barrio. Entre cigarrillo y cigarrillo vi pasarse la noche. Cuando eran casi las cinco de la mañana y todos en el barrio estaban descansando, vi pasar a Juan Pachanga. Iba bien vestido, con zapatos de colores, yeyé, bien lustrados. Todo un personaje. Periodista, de profesión.

Estaba próximo a dejar el parque para irme a dormir, ya me sentía repuesto del cansancio de esa larga caminata de un día entero. Sabía que caminando se sabe lo que es la vida, que caminando se cura la herida que deja el ayer, y que como dice Rubén Blades, se puede haber dado mil tropezones, pero nunca hay que parar, hay que seguir caminando entre risa y dolores.

La palabra caminando también se escucha por estos días entre los candidatos a un puesto político, señalando que en ese transitar diario han podido conocer la realidad que vivieron Pablo Pueblo y Adán García, y que hoy lo sufren sus familiares.

(Escrito, parafraseando las letras de algunas canciones de Rubén Blades: Amor y Control, Pedro Navaja, Pablo Pueblo, Adán García, Decisiones, Plástico,  Buscando Guayaba, Ojos, Te están buscando, Maestra Vida, Juan Pachanga, y Caminando.)








 
  





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