PANAMÁ
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El hijo de Adán García acaba de cumplir 32 años, todavía vive del recuerdo de la muerte de su padre, que ocurrió cuando asaltó un banco, con la misma pistola de agua que le había regalado de niño.
En sus 32 años, el hijo de Adán García es la misma caricatura de su progenitor, que no ha podido levantarse de la pobreza que heredó de su padre.
Como su papá, sigue soñando en ganarse el gordo de la lotería, está viviendo en la casa de sus suegros, hoy es un desempleado más, y como muchos, está fastidiado de las rencillas de viejos y nuevos politiqueros, que por estos días están prometiendo el cielo y la tierra.
Vive discutiendo con su mujer. Ella ha entrado en pánico en las pocas veces que le ha escuchado repetir a su marido, lo que alguna vez dijo su papá antes de asaltar el banco: "Esto se acabó, vida. La ilusión se fue, vieja. Y el tiempo es mi enemigo. En vez de vivir con miedo, mejor es morir sonriendo, con el recuerdo vivo".
Como si fuera un vidente, el hijo de Adán García se siente aterrado con lo que piensa le va a pasar al país en su futuro cercano. En sus 32 años nunca había visto un Panamá tan inseguro políticamente. Incluso, más que la misma delincuencia.
No ve un cambio en el mañana. Su padre le contaba historias de las elecciones de su tiempo, pero nada parecido a las que hoy vive su país, con tantos candidatos peleándose el poder como aves de rapiña. "Mucha cantidad y nada de calidad", repitió el otro día, cuando estuvo viendo el último debate de los candidatos a la presidente.
Pensaba votar por Martinelli, porque durante su gestión pasó buenos momentos, tuvo empleo por cinco años, pero una vez llegó un nuevo presidente, se convirtió en un desempleado más. Con el paso de los últimos años, volvió a arroparse con la pobreza que heredó de su padre.
No le importaba el tenebroso momento que está pasando el dueño de los supermercados 99, su pensar como el de muchos, es que en estos momentos es mejor un malo conocido, que para muchos hizo cosas importantes, que un bueno por conocer. Ahora, sin Martinelli en la contienda, su pensamiento político es más oscuro que la noche.
Dice su mujer, que desde que su esposo fue despedido de su trabajo, notó en su forma un cambio bien raro. "El siempre muy vivaracho, ahora andaba quieto, pero en la tranquilidad del desesperado".
El hijo de Adán García no cree en nadie. Grita a los cuatro vientos, que hoy "todos los políticos son lo mismo de lo mismo".
Dice, que unos candidatos hablan demasiado bonito, pero del dicho al hecho hay mucho trecho.
Como muchos en Panamá, todavía no sabe por quién votar, en todo caso espera dejarlo para última hora y, como algunos: votar por el mejor postor, porque de promesas no se vive en este país. Aparte, de que hoy no existe un líder por el que se puede creer ciegamente.
El hijo de Adán García sigue apegado a su triste pasado con la muerte de su padre, pero el presente lo aterra más que el ayer. Dice que no ve ninguna esperanza con los que aspiran a mandar en Panamá.
Todavía ojea los viejos recortes que guarda de los tabloides Crítica y El Siglo, con la foto de su padre en el suelo y la pistola de agua en una de sus manos. Y una leyenda que decía: "Adán García salió corriendo del banco, se halló con una patrulla parqueada al frente, no hizo caso al guardia que le dio el alto".
"Iba corriendo y sonriendo como un demente", fue la versión del policía que le hizo el disparo.
Con el granito de fe que todavía le queda como esperanza, el hijo de Adán García espera: nunca dar un paso en falso como lo hizo su padre.
Que Dios bendiga a Panamá.
(Artículo inspirado en la canción de Rubén Blades: Adán García, que fue lanzado en 1992).
(Ver enlace https://www.youtube.com/watch?v=xi_ttSstz6s ).
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