TIRO A GOL
Campo Elías Estrada
cestradacampo@gmail.com
Este viernes 2 de febrero se despidió con todos los honores al futbolista Luis Tejada, treinta años después de que se lo hiciera con Rommel Fernández, dos personajes que han dejado una huella imborrable en la sociedad panameña, y más que todo en este deporte que hoy apasiona a todo un país.
A cada uno se le dio su adiós de acuerdo a las circunstancias de su época. En los tiempos de Rommel, la federación de béisbol era la más organizada y un ejemplo para las demás, la tecnología no estaba tan desarrollada como hoy, el balompié tampoco se había globalizado, y nuestro fútbol era miserable.
La federación de fútbol, por ejemplo, daba pena, ni mucho menos el fútbol panameño era lo que es hoy, con una selección mayor que es protagonista en el área, llevando una Copa del Mundo sobre sus espaldas, y con un ente deportivo que hoy es líder y el más solvente, en que muy bien se pudiera afirmar, que es la envidia entre las demás federaciones deportivas del país.
En los últimos 30 años, el fútbol panameño ha despertado una pasión incomparable, particularmente con su selección mayor. Cuando murió Rommel, en medio del pesar, el público pedía tantas cosas, cuando este deporte vivía internamente en un caos. Lo único sustancioso que se hizo fue cambiarle el nombre a nuestro estadio insignia, con el de Rommel Fernández Gutiérrez.
Hoy, este nuevo público, también inmerso en el dolor por la ida de uno de sus ídolos, y que vive el boom de la nueva tecnología, para exigir por su propia cuenta en las redes sociales, pide que se construya un nuevo estadio con el nombre de Luis Tejada, para honrar la memoria del goleador histórico de la selección nacional.
Pero qué podemos esperar de un Estado, que perdió la oportunidad de construir un estadio de atletismo en el momento más oportuno, para honrar la memoria en vida del saltador Irving Saladino, el único medallista de oro que tiene Panamá en unos Juegos Olímpicos, cuando nos hizo sentir orgullosamente panameños en Beijing 2008, hace 15 años.
El hecho de que el público panameño haya honrado la memoria del matador Tejada, como si se hubiera tratado de un jefe de Estado, como también se honró, hace 30 años, la memoria de Rommel Fernández, son dos dos hechos memorables que tiene la historia del fútbol panameño.
Mucha gente que está metida en el fútbol y también la que es ajena a este deporte, se hicieron eco en estos dos hechos, por las circunstancias que rodearon en vida a estos dos ilustres futbolistas, que se fueron repentinamente de este mundo, siendo todavía jóvenes, sin decir adiós, y en la plenitud de sus facultades.
Los dos fueron goleadores. Salidos de estratos humildes y de lugares con un alto grado de peligrosidad, reuniendo características similares: la perseverancia y la humildad. Ambos se identificaron con el mismo sueño: ser un futbolista en grande y pertenecer a la selección nacional.
Son dos ejemplos de ídolos de un público, que siempre ha apoyado más a la selección nacional que a la Liga Panameña de Fútbol (LPF), pero que al final de cuenta, la liga es el trampolín que los saca al exterior, para que aprendan, se hagan fuertes, y más adelante lo pongan al servicio con la selección nacional.
El fútbol panameño ha ido en progreso. Mi gran anhelo, es que todo ese público que idolatra a sus futbolistas de la selección, también apoye y lo haga con los de la liga, porque será la única manera en que este deporte pudiera despegar más allá de donde ha llegado.
En los países que son ciento por ciento futbolizados, los ídolos se hacen primero en sus clubes, el primer ídolo de un niño es un jugador del club del que nace siendo hincha, más adelante la selección los arropa, y la afición del país los engrandece.
El viernes vi a muchos niños despidiendo al matador Tejada. Por eso, desde ahora, hay que inculcarles ese hermoso sentimiento de ser hincha de un equipo de la LPF.
Tejada tuvo un pasado heroico con el Tauro y el Plaza Amador, los dos equipos más emblemáticos que tiene la liga, pero para propios y extraños, fue con la selección que se hizo grande, por ese fenómeno tan raro que tiene el fútbol panameño, en que se es hincha de corazón de la selección mayor, mientras que el poco aliento de vida que queda, se lo deja para la liga.
Lo que pasó con Tejada es un buen síntoma, a mi en particular me tocó el corazón, me mostró que a pesar de todo el público está sintonizado con este deporte, como lo hizo hace 30 años con Rommel, cuando el país no era nada en el fútbol.
Sirve, para que la nueva generación se mire en los espejos del Panzer y del Matador.
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