jueves, 9 de noviembre de 2023

DE LA PROTESTA Y OTROS DEMONIOS

MUERTES E INDIGNACIÓN 







Campo Elías Estrada
cestradacampo@gmail.com


La muerte de los educadores Iván Rodríguez Mendoza y Abdiel Díaz Chávez, en Chame, me causó una total indignación por la manera tan absurda como se dio, lo que una vez me llevó a pensar que a veces no sabemos si regresamos cuando salimos de casa.

Pude ver las incidencias de ese trágico momento gracias a un video de la agencia EFE, que hizo el reportero gráfico Carlos Lemos, el cual me sirve de apoyo para tener más claridad de los hechos.

Más allá del repudio por lo que hizo Kenneth Darlington, un ciudadano con pinta de norteamericano, pero que se dice es nacido en Colón, de 77 años de edad,  lo que me irritó fue todo lo que sucedió mientras el matón se acercaba al punto de protesta en plena vía interamericana, por el tema que tiene encendido a todo el país: el contrato minero.

El matón llegó al punto donde había un grupo de manifestantes en su mayoría educadores. Fue sorprendente cuando de la nada, después de verlo hablando con un par de manifestantes, metió su mano derecha a uno de sus bolsillos de su pantalón y sacó un arma. Después, con arma en mano, comenzó a sacar varios objetos de la vía, para despejar la calle que estaba cerrada por los protestantes.

Voy a hacer un alto en este momento. Mientras veía el video, me sorprendía de ver a los manifestantes tan pasivos, conversando con el sujeto del arma, todos inocentes, sin imaginarse el eminente peligro que los rondaba. No se escuchaba bien lo que se decía, pero si le escuché gritar a una mujer: "Por qué no disparas, vas a tener que matarnos a todos".

Desde el momento en que Darlington hace su aparición, me parece que ya era para tenerle cuidado, porque no cualquier persona se va a bajar de su auto, para ir a conversar con los manifestantes de una protesta,  para hacerlo hay que tener agallas.

Lo peor, todavía, fue cuando sacó su arma de uno de sus bolsillos. Quiere decir, que cuando el hombre salió de su carro y se dirigió ante los manifestantes, ya tenía sus intenciones de lo que quería provocar.

Sin embargo, lo que me incomodó fue la tranquilidad con la que los manifestante conversaban con este advenedizo. Cuando una persona tiene un arma en sus manos, lo más recomendable es separarse de él. Aquí fue donde pienso que faltó un líder del grupo, que orientara a estas personas, para que se abrieran paso y le dieran su camino expedito, o simplemente se alejaran del él, porque por razones obvias, cuando una persona saca un arma en tono amenazador, es un peligro inminente. 

Entonces pasó lo que pasó. El sujeto le disparó a los dos educadores, sin que nadie de los que estaban en la protesta hubiera considerado alejarse del sujeto armado. Tal vez, se pudo haber evitado.

Por fortuna, no hubo otros hechos que lamentar en ese grupo, como por ejemplo, el de un intento de linchamiento al asesino.

Al día siguiente, gracias a Dios, no pasó nada de consideración en el resto de la República, por las muertes de los dos educadores. En otro país, tal vez estas muertes hubieran servido de carnada para haber originado un estallido social, pero como siempre he dicho, Panamá es un país tranquilo y bendecido.

No obstante, hoy el pueblo se mantiene en protesta en contra del gobierno de turno, como nunca antes se lo había hecho, sin llegar todavía a ser una nación violenta como pasa en otros países vecinos.

Unos días antes de ese martes fatídico, otro educador de nombre Tomás Milton Cedeño, había muerto al ser atropellado por un carro en una protesta, en Horconcito, Chiriquí.

Hoy los educadores están en luto, en medio de una protesta que hasta el momento no da vestigios de una solución.

De lo que no hay dudas, es que el pueblo seguirá en las calles, con pancartas alusivas a esta lucha, que a mi en lo personal, me impactó una que tiene algo de sentimiento con la muerte de los dos educadores. Decía: "Mamá, salí a defender mi Patria, si no regreso, me fui con ella. Te amo". 
   




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