INSTITUTO ONCOLÓGICO
Campo Elías Estrada
cestradacampo@gmail.com
El cáncer me hizo fuerte entrando a mis 60 años, lo que parece contradictorio, porque a edad edad mi cuerpo ya estaba todo remendado con los achaques propios de la vejez, así por dentro me siga considerando joven todavía. Hoy a mis 62 años, ya operado y parcialmente curado, me sigo creyendo un bohemio, aunque ahora solo de nombre, porque los años ya no perdonan como para hacerle frente a toda una noche.
A muchos nos hace fuerte, pero para otros, como los más jóvenes, es complicado, porque el solo hecho de escuchar en el diagnóstico esa palabra de seis letras, el terror se apodera de la persona. Muchos no pasan el charco y se mueren solos en sus penas, sin hacerle frente a este terrible aniquilador. Otros que pelearon, no tuvieron la suerte que muchos hemos tenido, de momento, y padecieron ante esta pesadilla que se les interpuso en el camino.
Tal vez por mi edad, uno es consciente que ahora los cumpleaños serán menos para celebrarlos, por eso en cada cada mañana uno debe considerarse un privilegiado por ver un nuevo día. Darle gracias a Dios. Claro, sin pensar en la muerte, pero siendo sensato que después de los 60, estamos más cerca de allá, que de acá.
En Panamá, cada mes de octubre se le dedica el mes a los enfermos de cáncer y los medios vuelven a aparecer con especiales desde el Instituto Oncológico. Es el mismo guion y la misma película del año anterior, como la que vemos cada cuatro años con los candidatos a la presidencia del país.
Para lo que hemos convivido en el Oncológico, sabemos lo chico que se quedaron sus instalaciones para recibir todos los días, a cientos de pacientes. Allí, todos como sardinas en lata, pacientes y acompañantes, tenemos que convivir por varias horas, una gran mayoría desde la madrugada.
Con el solo hecho de vivir ese drama, el paciente de cáncer se hace fuerte. No es lo mismo estar en una instalación del Seguro Social, que en el Instituto Oncológico. En este último, el paciente de cáncer sabe de su condición, sabe que le está apostando a la vida, reconoce que su vida dio un giro radical y que al final uno nunca sabe qué va a pasar, pues esta enfermedad desaparece y en algunos casos, vuelve a aparecer.
Pero conviviendo bajo esas condiciones en este instituto, los pacientes nos hemos hecho fuertes, allí cada uno es un guerrero, que está peleando frente a este mal, que en Panamá es el principal causante de muertes por enfermedad.
Siempre digo, que dentro de todo ese atolladero, somos como muertos vivientes. Allí, con poco espacio entre el uno y el otro, miramos cómo se pasan la horas, solo con un desayuno ligero, algunos en ayunas, y esperando a que lo llamen, todos tenemos que asimilar el momento, porque al final de cuentas es el único lugar que te puede asegurar de salvarte la vida.
Gracias a Dios, en el Oncológico hay diferentes servicios, buena atención y hasta una farmacia, que le facilita todo al paciente, todo eso hace que nos olvidemos de los momentos en que por alguna razón renegamos por la demora en la atención, que todos sabemos es propio por la cantidad de gente que se atiende a diario.
"Lo que no te mata te hace más fuerte", es el título de un libro sueco de David Lagercrantz, que muy bien encaja en toda esta gente que hace uso del Instituto Oncológico, con la esperanza de seguir siendo parte de este mundo terrenal.
Solo en octubre, muchos se acuerdan de que el Instituto Oncológico existe, a veces pienso que está sobreviviendo de milagro, por la falta de apoyo y de una nueva instalación, que reúna las condiciones para aglutinar a diario a tanta y tanta gente, porque es un hecho que todos los días se irán presentando nuevos casos, ya que el cáncer es una enfermedad que nunca para de cobrar nuevas victimas.
Hay que apoyar a este instituto, que es la esperanza de vida de miles de enfermos de cáncer.
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