CHARLA DE MOTIVACIÓN
Campo Elías Estrada
cestradacampo@gmail.com
Este miércoles estuve en el SIACAP en un conversatorio de motivación sobre el cáncer, como parte de la campaña sobre de la prevención que se celebra todos los meses de octubre en Panamá. Le decía al auditorio, que era difícil motivar a una persona que le diagnosticaban este mal, porque no todo el mundo reacciona igual ante este tipo de pesadilla.
Al final de mi intervención, concluía que el poder de la mente es la principal arma con el que se puede guerrear ante semejante enfermedad, porque si se deja que el cáncer se meta a tu mente, es tan dañino como el daño que viene causando en el cuerpo.
Como paciente de cáncer, de momento me considero afortunado con estar vivo. Hace casi cuatro años me diagnosticaron este mal y desde allí comencé a hacerme fuerte, nunca le di cabida en mi mente a este intruso, que ya había hecho estragos en mi colon. Hoy, tres años después de mi tratamiento, me considero más fuerte todavía, y consciente que a mis 62 años es una guerra que pareciera desigual, pero que de momento he sobrevivido gracias a la atención del Instituto Oncológico.
Es claro, que hay pacientes que cuando reciben la noticia es poco lo que se puede hacer por su avanzado estado con esta enfermedad, pero aún así, hay momentos como para creer en los milagros, nunca hay que dejar de pensar en que se puede luchar.
Muchos, como este servidor, tuvimos la suerte de que el estado de nuestra enfermedad todavía era curable. Aunque nunca me confío así mi recuperación sea satisfactoria, porque este mal es traicionero, una vez que se va, algunas veces vuelve a aparecer.
Pues bien, el poder de la mente sirve de terapia para erradicar el cáncer de tus pensamientos, mientras se continúa con el tratamiento. Se imaginan, que tanto tu cuerpo y mente estén carcomidos por este mal. Sería fatal.
Por eso es importante tener la mente despierta, para aislarla del tema del cáncer, mientras nos ocupamos con otros quehaceres, porque la vida continúa, la enfermedad es solo una parte del problema del enfermo, que puede parecer aterradora, pero con la mente despejada podemos erradicar los malos pensamientos y convertirlos en buenos pensamientos. Siempre hay que tener a la inteligencia ocupada, mientras sea nuestro cuerpo el que le toque lidiar con este mal.
Dice un informe que aparece en el Tampa Bay Times, que "el poder está dentro de nosotros tanto para lo positivo como para lo negativo".
Agrega el escrito, que de acuerdo con recursos de investigación médica, "nuestro sistema inmunológico reacciona a nuestras emociones, que a su vez inducen a la formación de hormonas tales como la epinefrina, esteroides, insulina, la noreprinefrina o la adrenocorticotropina, que están vinculadas con el nivel de estrés, y ellas son las que actúan sobre el natural killer (asesino natural) que se encarga de limpiar el organismo de las células cancerígenas".
La idea es que la enfermedad nunca llegue a contaminar nuestra mente, porque bajo ese estado de enfermedad, la mente es lo más importante que tiene el paciente, aparte del cuidado de una esposa, un esposo, una familia y las amistades. Con el poder de la mente, se puede minimizar el efecto emocional que causa tener este mal. Se puede vivir a plenitud, sin esconder nuestra realidad.
Sin embargo, hay gente que cuando le son diagnosticadas con cáncer, no se lo comentan a nadie, viven solos su viacrucis, no digo que sea malo, pero es una manera de ausentarse y compartir su dolor con un puñadito de personas.
Cuando me diagnosticaron esta enfermedad y comencé a ser paciente del Instituto Oncológico, lo hice público, tal vez por mi profesión de periodista. Pensé que era una manera de hablarle a la gente que se aterra cuando por primera vez le dictaminan cáncer, porque de verdad que esa palabra es horripilante.
En ese primer trance, hay gente que se queda con sus penas siendo fácil presa de este mal, que se los devora sin que la victima muestre resistencia. Es obvio el terror, pues se trata casi que de un encuentro con la muerte.
Nunca permití que el cáncer se metiera en mi mente, tampoco me convertí en un religioso metido todos los días en una iglesia para buscar el milagro, pero si le pedía al Señor para que me sanara. Y así pude ayudarme yo mismo, con mi fuerza de voluntad de pensamiento, para mantenerme estable emocionalmente, porque este mal pudiera resultar más dañino cuando se apodera de tu mente.
Por eso aconsejo, que uno no puede sentirse menos que nadie por tener esta enfermedad, ni mostrar lastima con tus acciones. No se puede estar renegando a toda hora de este mal ni dándote golpes o azotes por esta desgracia. Hay que seguir viviendo cada día, porque la vida sigue.
Los que hemos vivido la experiencia de haber estado en el Instituto Oncológico, sabemos que allí es otro mundo, independientemente de la buena atención y de lo incómodo que son sus instalaciones para albergar a la gran cantidad de pacientes que lo visitan a diario. En ese recinto hemos visto las caras de cientos de personas que luchan por mantenerse vivos en este mundo terrenal. Algunos han pasado el charco, mientras que otros se han quedado en su intento.
No quiero decir con esto, que el poder de la mente pueda curarte de un cáncer, claro que no, pero sirve como una cerradura para que no entre a perturbarnos en nuestra mente, suficiente ya con el deterioro que ha causado en nuestro cuerpo. Pueda ser que algunos no puedan conseguir el objetivo y que al final el mal los venza, pero como dice el refrán: se muere con las botas puestas, sin rendirse en en el intento de haberle dado batalla a este asesino maligno.
Cuando alguien fallece de cáncer, cualquier paciente lo siente, algunas veces he llorado, porque sé que mucha gente ha batallado para mantenerse de pie. Como paciente, ya uno conoce de todas las vicisitudes que se pasa en el Oncológico y en la vida, para mantenerse de pie, como sea, siempre con ese grito de batalla en la garganta, que lo repetimos para damos ánimo: Somos guerreros.
(El autor es paciente de cáncer de colon, operado hace dos años de un tumor entre el colon y el ano, de momento está vivo gracias a una ostomía)
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