martes, 18 de abril de 2023

UN MILAGRO DE VIDA

            JULIO ONÍAS ESTRADA 



Desde la clínica, mi padre envía un saludo a sus familiares y amigos.







Campo Elías Estrada
cestradacampo@gmail.com


Hasta hace dos semanas cuando mi viejo se enfermó de gravedad, algunos médicos le daban pocas esperanzas de vida, lo que provocó que mi familia llegara a prepararse para lo peor. Hoy, sin embargo, este roble de nombre Julio Onías Estrada Noguera, de 102 años y cinco meses de edad,  volvió a tomar otro aliento de vida y se levantó como el "Ave Fénix".

Me contaba mi hermana Clara Inés, que ha sido una enfermera consumada, hoy jubilada y todavía activa, que el rumor que se corría entre algunos doctores de Palmira (Valle del Cauca, Colombia) era el de un anciano de cien años que había sobrevivido al Covid 19.

Cuentan mis hermanos, que al principio un doctor se portó un poco brusco con el viejo, cuando le dijo en su cara y de un modo ordinario,  en momentos en que mi padre se debatía entre la vida y la muerte, que todos los exámenes del Cat habían salido malos. 

Ese mismo médico lo vio hace un par de días y quedó sorprendido de ver el cambio que había sufrido el hombre centenario. Al verlo mi progenitor, se regocijó con el doctor y hasta le dijo que se quería tomar una foto con él, para lo cual el doctor, que todavía no salía de su asombro, accedió, ahora con otro mejor semblante. El galeno subió la foto a su estado de WhatsApp con los resultados del terrible Cat y adelantó que publicará el caso de mi viejo en un artículo médico.

Cuenta mi hermano,  que un enfermero que lo había tratado cuando mi padre ingresó en muy mal estado a la clínica, lo vio este lunes y quedó admirado por su notable recuperación. Sorprendido lo felicitó y lo saludo de mano.

En un principio, las malas noticias de su estado de salud motivaron a que hace ocho días tuviera que viajar repentinamente desde Panamá a Colombia, igual que tuvo que hacerlo mi sobrina Laura desde Estados Unidos. Los dos llegamos el mismo 10 de abril.

Al atardecer de ese lunes,  junto a mi sobrina y mi madre fuimos a ver al viejo. Conversé a solas con él por unos minutos. Su nariz y boca estaban tapadas  por una cubierta de un respirador de color blanco, junto a una bolsa plástica que colgaba de su cuello. "Quiéranse como hermanos. No vayan a pelearse, en la casa unos pueden vivir arriba y otros abajo", me decía mi padre, como si fuera el anticipo de una despedida.

Mientras conversaba su voz se agitaba. "Amen mucho a su mamá", repetía varias veces. "Ella ha estado triste. No la dejen sola, quiéranla", señalaba con voz entrecortada y agitada, mientras elevaba una oración al Señor. A pesar de su mal estado, lo sorprendente era que mi padre no había perdido su lucidez.

Quedé tranquilo después de conversar con mi viejo, le tomé unas fotos y le hice un video de recuerdo, por si acaso no lo volvía a ver. La última vez que había estado a su lado fue entre noviembre y diciembre del 2021 para su cumpleaños 101.

Una semana después, por estos últimos días, mi padre ha respondido con audios y algunos videos que le han grabado,  tanto a familiares y amigos que lo habían saludado por esa misma vía. Es un agradecido con todos. Sus mensajes son tiernos y muy detallistas. Conversa claro, por más tiempo y sin agitarse. Volvió a lo que ha sido una de sus principales facetas: la de un buen conversador.

Pueda ser que cualquier extraño se haya sorprendido por lo de este anciano que sobrevivió al covid 19, pero para su familia y en especial para este servidor, resultó ser algo extraordinario, sin dejar de recordar que a través de sus años mi viejo ha tenido que sortear algunas dificultades de salud, que de alguna manera también pusieron en peligro su vida.

Aún en su lecho de enfermo, una taza de café ha sido parte de su compañía. 



El covid 19 solo fue el detonante que le removió un problema de neumonía que padeció hace unos meses, pero la fortaleza de ese roble para levantarse de nuevo fue admirable. Mi padre es un hombre de fe, un discípulo del Señor aquí en la tierra. Un buen padre, que siempre se ha cobijado con el cariño de su esposa, hijos, nietas, nueras, yerno, familiares, hermanos de su iglesia cristiana, vecinos de Fátima y amistades.

No se puede desconocer que la mano del Señor ha estado presente con las oraciones de muchas personas que lo conocen, lo aprecian, y otras que aunque nunca lo han tratado en persona, levantaron una plegaria al cielo por la afinidad que tienen con algunos de sus hijos o sus nietas.

Pero dentro de todo este milagro de vida de mi padre, también su esposa e hijos han sido determinantes para que este anciano oriundo de Cunchila, Nariño, haya podido salir de todos los obstáculos de salud que se le han presentado en sus 102 años de vida. Lo mismo que hizo mi viejo con su padre y su madre, a los que siempre respetó hasta los noventa y tanto de años que estuvieron en este mundo.

"Honra a tu padre y a tu madre, como Jehová tu Dios te lo ha mandado, para que sean prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que el Señor Jehová te da". Este pasaje bíblico de Deuteronomio 5:16 siempre me lo ha repetido mi viejo desde los tiempos en que yo era un niño y cuando él profesaba la fe católica. El amor a los padres por sus hijos, siempre ha sido uno de sus credos.

Julio Onías Estrada Noguera



Hoy, cuando me encuentro en el barrio Fátima que me vio crecer, me viene el recuerdo de mis amigos de infancia que al igual que los Estrada Agreda, han honrado a sus padres. Todos los contemporáneos de mi padre de esta barriada han sido bendecidos con sus hijos, que nunca dejaron de preocuparse por ellos. Algunos ya se han ido, pero ese recuerdo de mis amigos de Fátima todavía lo llevo en la memoria, por ese amor y respeto que le profesaron y le siguen profesando a sus viejos.

Lo 102 años que tiene mi padre han tenido como cimiento el cuidado de mi madre y el de cada uno de sus hijos, y su primera nieta. Cada uno ha estado pendiente cuando alguno de los dos ha padecido un quebranto de salud.

También dos de los otros tres hermanos de mi padre, que aún están vivos y que van por la curva de los 90 años, han tenido la misma suerte con el amor de su esposa, hijos y nietos. La otra hermana, que tiene 86 abriles, es una religiosa, que toda su vida ha vivido arropada con los mantos del Señor y de la Virgen María.

Todo este cuadro es una muestra que el amor y afecto de los hijos para con sus padres ya adultos, tienen un peso importante en esta etapa de sus vidas. Por eso hoy en casa nos sentimos bendecidos, regocijados y no cabemos en el pellejo, por la recuperación de nuestro padre.

Algunos se preguntarán, por qué Campo Elías escribe tanto de su padre. Es simple. Es que tener a un familiar con más de cien años es todo un acontecimiento y más tratándose de uno de sus padres. Hay que vivirlo para contarlo, por eso cada uno de la familia nos sentimos orgullosos. Son ya 102 años que no se fuman en pipa. Una bendición.

Me cuenta mi hermana Amparo, que este martes fueron varias enfermeras a conocer al paciente del 709. Dicen que mi papá está en boca de todos. Hablan de un viejito lindo que sobrevivió al covid, pero que más que su enfermedad, están admirados por su don de persona.

Y a pesar de su avanzada edad,  a mi viejo siempre le escuchamos decir e implorando al Señor: "Yo quiero vivir más años". Y sus hijos, a pesar de su centenario de vida, también lo queremos tener más tiempo con nosotros, por todo lo que representa.

Él ha sido el Patriarca de nuestra familia y lo sigue siendo a pesar de sus 102 años de vida. Es el centro de la familia. Todavía cuenta con una mente prodigiosa que le da para recordar muy bien tanto el pasado como el presente. Cualquier consulta familiar se lo preguntamos primero a mi viejo, porque a pesar de ser un anciano, continúa siendo la autoridad. Sus consejos tienen mucha sabiduría. Nunca se lo ha hecho sentir menos que nadie por su avanzada edad, él sigue siendo la voz de mando, la fortaleza y la alegría de la casa.

El respeto que profesan sus 102 años también pasan la barrera de la familia. Cuando cumplió 101 años tuve la gracia de viajar con él y mi mamá a Medellín por avión, gracias a la invitación de una primita. En ese vuelo fuimos los primeros en ingresar al avión y hasta que mi padre no estuviera sentado y acomodado del todo, la tripulación no permitió que nadie más entrara. Nunca había experimentado ese privilegio de haber sido el primero en entrar a una aeronave completamente vacía en su interior.

En ese mismo paseo a Medellín, tuve la gracia de complacerlo con montar en el Metro junto a mi mamá. Lo llevé a una estación cuya estructura se acomodara mejor para su ingreso. La atención del personal del Metro fue de cinco estrellas, y el rato que compartimos fue placentero. Fueron momentos maravillosos en esta nueva etapa de su vida.

Hoy se están agilizando los últimos detalles para que en las próximas horas le den de alta en la clínica, a la que ingresó el jueves 6 de abril. Todos en familia nos preparamos para darle una bienvenida de campeón, cuando haga su retorno triunfal a casa. 

¡¡Los milagros existen!!




 

 






3 comentarios:

  1. Grande, Campo Elías. Tremendo homenaje a tu padre.

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  2. Familia saben cómo les aprecio con todo mi corazón. Mil gracias a Laurita por compartir me todo el tiempo lo que sucedió con mi gran héroe .mi gran amigo don Julio.
    Siempre no perdí la fe que Jehová Dios lo sanara.quiwro abrazar le y decirle lo q mi corazón siente por el.
    Don Julio usted es un gran barón de Dios.
    Y el le dio otra nueva oportunidad. Para que usted sea un gran testimonio de fe.
    Que Dios es el único dueño y señor de nuestras vidas.
    Yo también ctube cobi y fui a la uci y Dios me dio otra oportunidad para dar testimonio que Dios sí existe y que a sus hijos fieles el Siempre escucha nuestra oración.
    Don Julio.
    Apenas pueda lo visito.
    Reciba un gran abrazo con mucho amor de su amiga trinidad

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    1. Muchas gracias por el comentario. Saludos le envía mi padre.

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