viernes, 8 de octubre de 2021

EL SALVADOR NOS VOLVIÓ A LA REALIDAD

TIRO A GOL



 
Campo Elías Estrada
cestradacampo@gmail.com

Tal como sucedió el 22 de junio de 2008, en víspera del partido contra El Salvador por la eliminatoria de Sudáfrica 2010, el aroma de una victoria estaba latente entre jugadores, fanáticos, dirigentes, y periodistas. "Jugador por jugador, Panamá es mejor que los salvadoreños", escuché de muchas voces. No había caso. Era como si este jueves 7 se fuera a jugar solo por cumplir. 

Hay muchos panameños que menosprecian el fútbol salvadoreño, inclusive, algunos le llegaron a dar poco valor al ex seleccionado Nicolás Muñoz, cuando alcanzó su memorable marca histórica de 295 goles en la liga de ese país, so pretexto de que era un torneo que no convencía. 




Los salvadoreños estuvieron en dos Copas del Mundo, pero hoy pareciera que muchos aquí se han olvidado. La primera fue en 1970 y la segunda, 36 años antes de que Panamá fuera a su primera cita mundialista en Rusia. 

Algunos no veían cómo El Salvador le pudiera ganar a esta generación de jugadores panameños, que habían deslumbrado con su "juego bonito" en los primeros tres partidos del mes de septiembre, por el octogonal de CONCACAF de la eliminatoria para Catar 2022. Pienso que el efecto fue tanto, que hasta el gobierno de Laurentino Cortizo le obsequió recientemente a la federación un gran terreno para que construyan un centro de alto rendimiento.

En la previa, la historia y las estadísticas recordaban que Panamá había perdido en el Cuscatlán en sus cinco partidos de eliminatoria mundialista, la última en el 2008, con un público enardecido en las tribunas, en un tarde con sol y lluvia, que contribuyó a la remontada de la selecta (3-1), lo que le permitió continuar con su sueño para Sudáfrica 2010. 




Trece años después del último enfrentamiento en el Cuscatlán por eliminatorias, Panamá volvió a visitar ese estadio convencidos de una victoria, por la calidad de jugadores en la selección. Era el momento para cambiar la historia y las estadísticas, que no juegan los partidos. El caso era terminar con el maleficio del Cuscatlán.

Por fortuna, en la noche del jueves no hubo mucho público en el coloso de Monserrat, por la televisión se lo veía semivacío, lo que era un alivio, pues en esta oportunidad la afición no iba a influir para nada en el partido, como pasó la última vez hace 13 años.

Sin embargo, en la cancha El Salvador ganó 1-0 con lo que  mantuvo su paternidad sobre Panamá en el Cuscatlán, en partidos de  eliminatoria mundialista. Gracias a Manotas Mejía el marcador no fue más amplio al evitar con sus atajadas dos claras ocasiones de goles.




Sin haber sido un equipo de otro mundo, El Salvador jugó un partido sencillo, pero correcto, con el que le sobró y le bastó para quitarle el invicto a Panamá en este octogonal, en una cancha con algunos espacios enlagunados por la lluvia sobre todo en el primer tiempo. Allí no se reflejó si son menos jugador por jugador que los de Panamá, lo que mostraron fue mucho oficio, mejor juego colectivo, que es como se ganan los partidos.

El Salvador no conseguía un gol en sus últimos cinco partidos: tres en el octogonal y dos en amistosos. Y llevaba siete partidos sin ganar desde la Copa Oro. 

Esa era su historia actual con respecto a la del pasado, que nos mostraba que desde 1976 nunca habían perdido en el Cuscatlán con Panamá, en partidos de eliminatoria. Al final resultó como si se hubieran aferrado al pasado, volvieron a derrotar a los panameños, que en el papel era el oponente donde veían que podían recuperar terreno. Lo mismo que pensaban los nuestros de ellos, por su incómoda situación en los primeros compromisos del octogonal. 

Si se jugó mal en el Cuscatlán, también hay que reconocer por qué sucedió,  por eso hay que darle crédito al rival, como le contestó Christiansen a un periodista mexicano la vez que se empató 1-1 con los aztecas, en el último partido en el Rommel Fernández.  




"El Salvador ha jugado muy bien, y ahora tenemos que aprender de esta derrota. Ver cómo responde el vestuario. Después de tres partidos muy buenos y perder éste de la manera en que se ha perdido, hay que digerirlo y sacar buenas conclusiones, pero son cosas que vamos a manejar internamente", fue la conclusión del entrenador Thomas Christiansen en conferencia de prensa.

Christiansen puso a los mismos jugadores que comenzaron en los primeros tres partidos, con los que nos había maravillado, incluyendo a Cummings y a Ayarza por los lesionados Andrade y Carrasquilla, respectivamente. Se mantuvo fiel a la filosofía de que equipo ganador no se cambia. Al final terminó jugando con muchos delanteros, pero el daño ya estaba hecho.




Fue una selección desconocida. Es como si las letras del librito de Christiansen se hubieran borrado con los charcos de agua que tuvo la cancha. Panamá fue un equipo desdibujado respecto a sus primeros compromisos. En el Cuscatlán perdieron la memoria.

Pese a que la derrota duele, lo importante fue que con los resultados que arrojó la cuarta fecha del octogonal, Panamá continúa en el cuarto lugar con cinco unidades.

Ahora habrá que digerir la derrota  y sacar conclusiones, como lo dijo Christiansen. El jueves quedó demostrado que no hay que menospreciar a  ningún rival, que los partidos hay que jugarlos primeros; que no somos potencia del área ni mucho menos creernos mejores que los que hoy están de la mitad de tabla de posiciones para abajo.

El jueves El Salvador nos volvió a la realidad. Muchos pensarán que fue una derrota inesperada, pero de acuerdo a la historia y a las estadísticas, fue un resultado que es casi como una marca registrada para los salvadoreños cuando tienen que recibir a Panamá en el Cuscatlán.

Para este domingo contra Estados Unidos y el próximo miércoles en Canadá, habrá que mejorar y retomar el norte, pues serán dos choques mucho más difíciles que el del El Salvador. Si no se mejora, podría darle la posibilidad de que Panamá no marque puntos en estos tres partidos del mes de octubre. 

Por el momento hay que pensar en hacer respetar la casa con Estados Unidos, en la que hasta este momento se ha empatado ante Costa Rica y México, en una eliminatoria pareja en las primeras cuatro jornadas donde ganar de local se ha hecho difícil. 

Para los que les gustan las estadísticas, la de este jueves fue la segunda derrota de Christiansen en 13 partidos oficiales, y la cuarta en sus 19 encuentros al frente del seleccionado nacional. De sus cuatro descalabros, la caída más escandalosa fue el 6-2 contra Estados Unidos, su rival de este domingo en el Rommel Fernández,  en un amistoso en Austria.

En la eliminatoria no hay que perder la actitud ni mucho menos la humildad; contra El Salvador, me parece que desde hace varios años, muchos panameños se han vuelto soberbios.

Esto apenas comienza. Faltan 10 partidos.



  


 



 

   

 
  

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