lunes, 23 de marzo de 2020

HOY NOS TOCÓ A NOSOTROS

UNA REFLEXIÓN MÁS



Campo Elías Estrada
cestradacampo@gmail.com


Ahora que el covid 19 tocó nuestro territorio, hemos comenzado a sentir en carne propia lo que año tras año vienen experimentando, a su manera,  otros continentes como el africano u otros países contaminados por los desmanes de las guerras civiles y de salubridad, que han dejado tantas muertes como las que por estos días viene ocasionando el coronavirus. 


Hoy este mal está tocando nuestras puertas, nuestros países, que hizo que de  inmediato se prendieran las alarmas. Ahora se presentó un virus que nos está involucrando directamente a todos, ocasionando que el temor y el miedo se apodere de chicos, grandes, jóvenes, adultos o ancianos.





  Hoy estoy sintiendo de cierta manera, aunque es obvio que es algo muy diferente, el temor y la angustia con la que me parece imaginar que siempre han convivido estos países pobres carcomidos por el hambre, la miseria, el dolor, y el desinterés del mundo entero, que los ha hecho ver como si no formaran parte del globo terráqueo. Hoy nos tocó vivirlo a nuestra manera a través de un virus que está haciendo estragos, sin importar el país, la raza o religión.

Para muchos, como este servidor, es la primera sensación (más bien la segunda) de que la muerte rodea mi entorno y que si no "jugamos vivos" como se dice en buen panameño, podríamos ser un número más de los afectados o fallecidos para las estadísticas.

Siempre para estos momentos viene la reflexión, y ahora muy buenas en tiempos en que las redes sociales nos hace anfitriones de participar apostillando un buen escrito, unas bellas palabras o un video conmovedor. Como ha sido el funcionamiento de esta tecnología.

Este Coronavirus encontró a más de un país de este lado del Continente sin la debida preparación, en Panamá, por ejemplo, muchas familias no tienen alcohol ni utensilios de limpieza para hacerle frente a este mal respiratorio. No hubo solidaridad entre el mismo pueblo que arrasó de los supermercados con todos estos menesteres, ignorando que si mucha gente no tiene como protegerse existen mayores riesgos de contagiarse.

No se si estas semanas iniciales sean las primeras de muchas que faltan para que termine esta insólita cuarentena, pero como sea, sirve para reflexionar consigo mismo. En mi caso, me estoy viendo, a mi manera, en el espejo de lo que habrán experimentado gente de países, que antes de este virus, lo vienen sufriendo casi que a diario, con otros males, que aunque no sean mortales como el de este Coronavirus, también matan de desespero, de hambre, de insalubridad, de angustia, de zozobra.



 Los diferentes gobiernos han tenido que amarrarse sus pantalones para ejecutar sus decretos con puño duro, siendo enérgicos en algunos casos, para hacer entrar en razón a sus ciudadanos que poco caso hacen a los llamados de atención.

Hoy las palabras solidaridad, amor, compartir, confraternidad y tantas otras que se repiten a diario en una conversación sobre el Coronavirus, le da un tinte fracternal a lo que estamos experimentando.

Mucho he escuchado de que el Coronavirus ha servido para que nos encontremos todos, la familia, los amigos, los vecinos, palabras más y palabras menos, que suenan bonitas, pero quién sabe si se queden con nosotros cuando pase este virus, porque así es el ser humano. Siempre nos acordamos de Dios en estos momentos.

Sin embargo, a pesar de estar pasando este mal momento, yo lo vengo enfrentando en mi habitación con un televisor al frente, que lo tengo afiliado a una compañía de cable, de neflix, además de  un celular, una radio y por ahora con comida, herramientas como para sentirme bien cómodo en medio de esta incomodidad, pero que en algo me llena de consuelo, porque por más atormentado que nos tenga  esta pandémia, en el fondo de todo lo malo, hemos sido más afortunados que los del otro lado del mundo.

Esta es la reflexión. Hay que estar agradecidos con Dios, porque a pesar de todo lo que se dice y se hace, hemos sufrido menos de estos males, que en otros lugares que lo han vivido por siempre.

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