BUENO, HABLEMOS DE MÚSICA
Campo Elías Estrada
cestradacampo@gmail.com
Con este mal del coronavirus que tiene al mundo arrinconado en su propio miedo y que ha motivado a que los gobiernos de todo el mundo paralizaran, entre muchas cosas, los espectáculos y eventos deportivos, cerraremos una semana larga, pesada, tediosa, triste y melancólica, que nos hace pensar: ¿qué pasará la semana que viene? ¿qué nos esperará en abril? Hoy, interrogantes sin respuestas.
En este corto receso en el que no hay fútbol ni espectáculos, qué mejor que gastarle algunos minutos al día con una lectura. Les comparto un escrito de música del desaparecido escritor colombiano Gabriel García Márquez, en el que llegó a afirmar que le hubiera gustado haber escrito la canción Pedro Navaja del cantautor panameño Rubén Blades. También llegó a reconocer que una vez quedó extasiado al escuchar cantar a una niña cuna en San Blas, de la que solo le quedó un recuerdo porque no pudo grabarla.
Bueno, hablemos de música, es el título de la nota publicada el 1 diciembre de 1982, que aparece recopilada en la Obra Periodística número 5 del Premio Nobel de la Literatura, de ese mismo año, en el que hay una selección de sus notas de prensa entre los años de 1961 y 1984 en el que menciona al Caribe, Panamá, Colombia, Chile, entre otros países.
Publicaré textualmente algunas anotaciones en las que el escritor colombiano da a conocer su preferencia por la música, sea clásica, caribeña, un bolero, una salsa.
MÚSICA Y LITERATURA
"En una de esas encuestas que proliferan a diario me preguntaron, como tantas veces, cuál es la música que me llevaría, si solo pudiera llevarme un disco a una isla desierta. No he dudado un instante la respuesta: Las Suites para chelo solo, de Juan Sebastián Bach. Y si sólo pudiera llevarme una de ellas, por supuesto,
la de Pau Casals. Además de su valor histórico es una versión excelente, pero la grabación es tan antigua que es mucho lo que se pierde de su excelencia".
GUSTO MUSICAL
García Márquez reconoció que le gusta más la música que la literatura.
"La música me ha gustado más que la literatura, hasta el punto que no logro escribir con música de fondo, porque le presto más atención a ésta que a lo que estoy escribiendo. Sin embargo, nunca voy mucho más lejos en mis explicaciones, entre otras cosas porque tengo la impresión de que mi vocación musical es tan entrañable que forma parte de mi vida privada".
"Lo único mejor que la música es hablar de música" Sigo creyendo que es verdad".
"Lo raro es que cuando uno dice que le gusta la música se piensa casi siempre en la música que por pura pereza mental se ha dado en llamar clásica. También se la llama música culta, lo que no resuelve el problema, pues pienso que la música popular también es culta, aunque de una cultura distinta".
RUBÉN BLADES
"Me llamó por teléfono desde Nueva York mi amigo Rubén Blades para decirme que quería cantar algunos de mis cuentos, y yo le contesté que encantado, inclusive por la curiosidad de saber qué clase de transposición endiablada podía quedar de semejante aventura. Lo digo sin ironías: nada me hubiera gustado en este mundo como haber podido escribir la historia hermosa y terrible de Pedro Navaja".
TODOS LOS RITMOS
"Todo esto para mi es más simple: música es todo lo que suena,y el trabajo de establecer si es buena o mala es posterior. Tengo más discos que libros, pero muchos amigos, sobre todo los más intelectuales, se sorprenden de que la lista en el orden alfabético no termine con Vivaldi. Su estupor es más intenso cuando descubren que lo que viene después es una colección de música del Caribe -que es, de todas, sin excepción, la que más me interesa-. Desde las canciones ya históricas de Rafael Hernández y el trío Matamoros, los tamboritos de Panamá, los polos de la isla Margarita, en Venezuela, o los merengues de Santo Domingo".
"Y, por su puesto, la que más ha tenido que ver con mi vida y con mis libros: los cantos vallenatos de de la costa del Caribe de Colombia, de los cuales habría que hablar un día de éstos en una nota distinta".
"Jamaica y la Martinica tienen una música grande, y fue Daniel Santos quien divulgó algunas canciones que estuvieron de moda hace muchos años sin que casi nadie supiera que eran de Curazao con letra en papiamento".
NIÑA DE SAN BLAS
"Debo decir, sin embargo, que la canción más bella que escuché jamás en esa región alucinante (Caribe) fue la que cantaba una niña indígena de unos 9 años en las Islas San Blas de Panamá. La niña cantaba con una hermosa voz primitiva, acompañándose con una sola maraca, mientras que mecía a grandes bandazos en la misma hamaca donde dormía un niño de pocos meses. Me quedé como extasiado, flotando en la magia de la canción y lamentando con el alma no haber llevado conmigo una grabadora. Nuestro guía local nos dijo -sin pretender ningún juego de palabras- que era una canción de cuna de los indios cunas". Fue tanta mi impresión que al día siguiente le conté mi emoción al general Omar Torrijos para que me facilitara el regreso a las islas con una grabadora, pero él me disuadió con un raro y demoledor sentido común. "No vuelvas más", me dijo, que esas cosas suceden una sola vez en la vida. No volví, por supuesto, pero la certidumbre de que nunca más volveré a escuchar aquella canción es una de las muy pocas amarguras de mi vida".
PÉREZ PRADO Y LA SALSA
"Tengo versiones inencontrables en ningún lugar del Caribe, que, sin embargo, las he encontrado donde menos podía imaginarme: en los mercados de discos latinos de la calle Catorce en Nueva York. Tengo discos de salsa, desde luego, pero con la conciencia de que no es una música nueva, sino la continuación exiliada y sofisticada para bien de la música tradicional de Cuba. Como lo dijo hace pocos días en una entrevista Dámaso Pérez Prado, el inmortal, que es uno de mis ídolos más antiguos y tenaces, como debe constar en los archivos de los periódicos en que escribí mis primeras notas".
DANIEL SANTOS
"Me alegra comprobar, por otra parte, que mi pasión por la música del Caribe está bien correspondida. Hace unos años recibí en Barcelona un telegrama de alguien que solicitaba mi ayuda para escribir sus memorias y que se firmaba con el seudónimo de El inquieto Anacobero. Un seudónimo cuyo titular es conocido en todo el Caribe: Daniel Santos, el jefe".
BOLEROS
"Hablar de música sin hablar de los boleros es como hablar de nada. Pero también es motivo para una nota distinta, y tal vez interminable. En este género, Colombia tiene un mérito que solo Chile le disputa, y es haberse mantenido fiel al bolero a través de todas las modas, y con una pasión que sin duda nos enaltece".
LA RESPUESTA DE SIEMPRE
En el final de este escrito, después de dar un repaso de su gusto musical, García Marquéz lo finaliza como lo comenzó: "mi respuesta a la pregunta de siempre fue muy bien pensada y sincera: el disco que me llevaría a una isla desierta es la de Suite número uno para chelo solo, de Juan Sebastián Bach. Terco que es uno".
(Gabriel García Márquez: nació el 6 de marzo de 1927 en Aracataca, Colombia, y falleció el 17 de abril de 2014, en Ciudad de México.)
cestradacampo@gmail.com
Con este mal del coronavirus que tiene al mundo arrinconado en su propio miedo y que ha motivado a que los gobiernos de todo el mundo paralizaran, entre muchas cosas, los espectáculos y eventos deportivos, cerraremos una semana larga, pesada, tediosa, triste y melancólica, que nos hace pensar: ¿qué pasará la semana que viene? ¿qué nos esperará en abril? Hoy, interrogantes sin respuestas.
En este corto receso en el que no hay fútbol ni espectáculos, qué mejor que gastarle algunos minutos al día con una lectura. Les comparto un escrito de música del desaparecido escritor colombiano Gabriel García Márquez, en el que llegó a afirmar que le hubiera gustado haber escrito la canción Pedro Navaja del cantautor panameño Rubén Blades. También llegó a reconocer que una vez quedó extasiado al escuchar cantar a una niña cuna en San Blas, de la que solo le quedó un recuerdo porque no pudo grabarla.
Bueno, hablemos de música, es el título de la nota publicada el 1 diciembre de 1982, que aparece recopilada en la Obra Periodística número 5 del Premio Nobel de la Literatura, de ese mismo año, en el que hay una selección de sus notas de prensa entre los años de 1961 y 1984 en el que menciona al Caribe, Panamá, Colombia, Chile, entre otros países.
Publicaré textualmente algunas anotaciones en las que el escritor colombiano da a conocer su preferencia por la música, sea clásica, caribeña, un bolero, una salsa.
MÚSICA Y LITERATURA
"En una de esas encuestas que proliferan a diario me preguntaron, como tantas veces, cuál es la música que me llevaría, si solo pudiera llevarme un disco a una isla desierta. No he dudado un instante la respuesta: Las Suites para chelo solo, de Juan Sebastián Bach. Y si sólo pudiera llevarme una de ellas, por supuesto,
la de Pau Casals. Además de su valor histórico es una versión excelente, pero la grabación es tan antigua que es mucho lo que se pierde de su excelencia".
GUSTO MUSICAL
García Márquez reconoció que le gusta más la música que la literatura.
"La música me ha gustado más que la literatura, hasta el punto que no logro escribir con música de fondo, porque le presto más atención a ésta que a lo que estoy escribiendo. Sin embargo, nunca voy mucho más lejos en mis explicaciones, entre otras cosas porque tengo la impresión de que mi vocación musical es tan entrañable que forma parte de mi vida privada".
"Lo único mejor que la música es hablar de música" Sigo creyendo que es verdad".
"Lo raro es que cuando uno dice que le gusta la música se piensa casi siempre en la música que por pura pereza mental se ha dado en llamar clásica. También se la llama música culta, lo que no resuelve el problema, pues pienso que la música popular también es culta, aunque de una cultura distinta".
RUBÉN BLADES
"Me llamó por teléfono desde Nueva York mi amigo Rubén Blades para decirme que quería cantar algunos de mis cuentos, y yo le contesté que encantado, inclusive por la curiosidad de saber qué clase de transposición endiablada podía quedar de semejante aventura. Lo digo sin ironías: nada me hubiera gustado en este mundo como haber podido escribir la historia hermosa y terrible de Pedro Navaja".
"Todo esto para mi es más simple: música es todo lo que suena,y el trabajo de establecer si es buena o mala es posterior. Tengo más discos que libros, pero muchos amigos, sobre todo los más intelectuales, se sorprenden de que la lista en el orden alfabético no termine con Vivaldi. Su estupor es más intenso cuando descubren que lo que viene después es una colección de música del Caribe -que es, de todas, sin excepción, la que más me interesa-. Desde las canciones ya históricas de Rafael Hernández y el trío Matamoros, los tamboritos de Panamá, los polos de la isla Margarita, en Venezuela, o los merengues de Santo Domingo".
"Jamaica y la Martinica tienen una música grande, y fue Daniel Santos quien divulgó algunas canciones que estuvieron de moda hace muchos años sin que casi nadie supiera que eran de Curazao con letra en papiamento".
NIÑA DE SAN BLAS
"Debo decir, sin embargo, que la canción más bella que escuché jamás en esa región alucinante (Caribe) fue la que cantaba una niña indígena de unos 9 años en las Islas San Blas de Panamá. La niña cantaba con una hermosa voz primitiva, acompañándose con una sola maraca, mientras que mecía a grandes bandazos en la misma hamaca donde dormía un niño de pocos meses. Me quedé como extasiado, flotando en la magia de la canción y lamentando con el alma no haber llevado conmigo una grabadora. Nuestro guía local nos dijo -sin pretender ningún juego de palabras- que era una canción de cuna de los indios cunas". Fue tanta mi impresión que al día siguiente le conté mi emoción al general Omar Torrijos para que me facilitara el regreso a las islas con una grabadora, pero él me disuadió con un raro y demoledor sentido común. "No vuelvas más", me dijo, que esas cosas suceden una sola vez en la vida. No volví, por supuesto, pero la certidumbre de que nunca más volveré a escuchar aquella canción es una de las muy pocas amarguras de mi vida".
PÉREZ PRADO Y LA SALSA
"Tengo versiones inencontrables en ningún lugar del Caribe, que, sin embargo, las he encontrado donde menos podía imaginarme: en los mercados de discos latinos de la calle Catorce en Nueva York. Tengo discos de salsa, desde luego, pero con la conciencia de que no es una música nueva, sino la continuación exiliada y sofisticada para bien de la música tradicional de Cuba. Como lo dijo hace pocos días en una entrevista Dámaso Pérez Prado, el inmortal, que es uno de mis ídolos más antiguos y tenaces, como debe constar en los archivos de los periódicos en que escribí mis primeras notas".
DANIEL SANTOS
"Me alegra comprobar, por otra parte, que mi pasión por la música del Caribe está bien correspondida. Hace unos años recibí en Barcelona un telegrama de alguien que solicitaba mi ayuda para escribir sus memorias y que se firmaba con el seudónimo de El inquieto Anacobero. Un seudónimo cuyo titular es conocido en todo el Caribe: Daniel Santos, el jefe".
BOLEROS
"Hablar de música sin hablar de los boleros es como hablar de nada. Pero también es motivo para una nota distinta, y tal vez interminable. En este género, Colombia tiene un mérito que solo Chile le disputa, y es haberse mantenido fiel al bolero a través de todas las modas, y con una pasión que sin duda nos enaltece".
LA RESPUESTA DE SIEMPRE
En el final de este escrito, después de dar un repaso de su gusto musical, García Marquéz lo finaliza como lo comenzó: "mi respuesta a la pregunta de siempre fue muy bien pensada y sincera: el disco que me llevaría a una isla desierta es la de Suite número uno para chelo solo, de Juan Sebastián Bach. Terco que es uno".
(Gabriel García Márquez: nació el 6 de marzo de 1927 en Aracataca, Colombia, y falleció el 17 de abril de 2014, en Ciudad de México.)
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