domingo, 2 de junio de 2024

LA REVANCHA DE BALOY

TIRO A GOL 


FOTO/Leonardo Aguilar




Campo Elías Estrada
cestradacampo@gmail.com


El décimo séptimo campeonato del Tauro coronó a Felipe Baloy como el técnico número 31 en la lista de los ganadores de la Liga Panameña de Fútbol (LPF) y de paso dejó una lección de vida que a menudo se repite en este deporte: el fútbol te da revancha.

En la pasada final, Baloy había vivido el peor día de su vida en el fútbol, pero frente al Plaza Amador consiguió sacarse la espinita y gritar con todo el alma y corazón: ¡campeón! ¡campeón!

Más allá del 2-0 en el partido, las declaraciones de Baloy, en plena cancha, me conmovieron, para mi fue lo mejor que tuvo este partido. Un poco atractivo, que gracias a los goles se consiguió darle el brillo, sobre todo por lo que hizo el Tauro en la segunda mitad.

Entiendo, que tal vez, en las retinas todavía teníamos la final de la Champions, que por obvia razones, para los que la vimos por la televisión,  fue un cambio totalmente radical entre una y otra final.

Baloy me conmovió cuando dijo que él no había sacado campeones a sus dirigidos, sino que sus jugadores fueron los que lo sacaron campeón.

Mientras conversaba con los medios, su hija apareció, él se hizo a un lado para estrecharse en un emotivo abrazo. Cuando retornó con los medios, tenía los ojos llorosos. 

Señaló, que a él lo golpearon mucho en la última final contra el CAI, que la gente no entendía lo que pasa por la cabeza de un técnico o jugador, y que allí es donde la familia es importante, porque es en ella donde se busca refugio, la que te da abrigo, y que junto al respaldo de sus jugadores, son los que te dan aliento y la motivación para seguir en este bregar.

Baloy fue sancionado por casi medio torneo y regresó al banquillo para tomarse un desquite que se dio ante su rival de patio, en la reapertura de un majestuoso estadio con casi 17 mil personas en las gradas. 

Me llamó la atención en la previa, cuando se develó una estatua del matador Luis Tejada, en un estadio que lleva el nombre de Rommel Fernández y que en 31 años de su desaparición nunca se le hizo una escultura de este tipo. Para mi, Rommel tiene la historia más hermosa de superación de un deportista. Me podrán dar todas las explicaciones del caso, pero es algo que para mi no encaja. Lo veo incongruente.

Por otra parte, tuve sentimientos encontrados con los dos entrenadores de la final de este Apertura 2024, porque siempre los admiré como jugadores y como personas. Pero me pareció que más aplicados estuvieron los pupilos de Baloy, ante un rival, en el que sus principales figuras no se portaron a la altura de un partido tan decisivo para conseguir el anhelado octavo título. De todos modos, mis respetos para el cholito Méndez.

Hoy, Baloy se suma a Miguel Mansilla, con cinco títulos, a Rolando Palma, Gonzalo Soto y Saúl Maldonado, con dos, y a Alfredo Poyatos, Juan Carlos Cubilla, Sergio Angulo, Rubén Guevara, y Enrique García, con uno.

Pese a que no estoy en el país, vi por televisión toda la previa y el partido por uno de los canales nacionales a través de mi cajita mágica de IPTV, que fue como si estuviera en casa. Por lo que vi, puedo asegurar que como espectáculo ha sido la mejor final de las tres que han jugado Plaza Amador y Tauro, aunque la segunda, la de hace 22 años, en lo futbolístico, fue la más espectacular y explosiva, en el peladero de La Pedregaleña, en donde se coronaron los leones placinos.

Por lo menos, la del sábado, fue una final que se merecía el fútbol panameño, y nada menos que con el clásico de la LPF.

Felicidades a los campeones, que se pasaron de Copas.



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