lunes, 6 de mayo de 2024

VOTO DE CASTIGO

JÓSE RAÚL MULINO 





Campo Elías Estrada
cestradacampo@gmail.com


El triunfo de José Raúl Mulino dejó una clara lección al país, que no es otra, que un alto grado de insatisfacción entre los que votaron por el nuevo presidente de Panamá. Es como decir, que más de los 770 mil personas que eligieron al ganador estaban hartos de lo que venían haciendo los dos últimos gobiernos en 10 años.

No se necesita conocer de política o ser un experto en la materia, para darnos cuenta del alto grado de frustración entre un sector de los 3,004,083 millones de ciudadanos que formaban parte del padrón electoral, aunque aún así, hoy se diga que no fue la mayoría, asumiendo y consolándose en que los números que arrojaron la suma de los tres restantes candidatos que estuvieron por debajo de Mulino, son más que los 770 mil y más votos con los que se eligió al nuevo mandatario.

Es evidente que un sector del país estaba harto de ver lo que se hizo en los dos últimos gobiernos, y anhelaban que regresara Ricardo Martinelli, quien al final no pudo correr como candidato por sus problemas con la justicia panameña. Pero importó poco, por eso muchos se decidieron por la figura de Mulino, que fue su representante en la contienda electoral de este 5 de mayo.

Hay un ejemplo que corrobora este hecho de insatisfacción. En las elecciones del 2014, cuando sorpresivamente ganó Juan Carlos Varela, en una contienda en que todo apuntaba que la pelea estaba entre Domingo Arias, el candidato por el partido de Martinelli, y Juan Carlos Navarro, candidato por el PRD, el electorado le dio la espalda al dueño de los super 99, haciendo valedero esa constante de darle un voto de castigo al candidato del gobierno de turno.

No bastó la construcción del Metro durante el gobierno de Martinelli, que ha sido la obra más grande en muchos años, para que su candidato repitiera con el partido "Cambio Democrático". El pueblo lo castigó por los desaciertos que se habían dado durante su gestión entre el 2009 y 2014.

Diez años después, con el partido "Realizando Metas", Martinelli consiguió cocinar el triunfo de José Raúl Mulino a pesar de toda la mala fama que alcanzó con sus problemas ante la justicia. 

Todo ese grado de insatisfacción de los últimos 10 años hizo renacer el apoyo a Ricardo Martinelli, como se lo dieron en el 2009 cuando ganó con "Cambio Democrático". Su popularidad era evidente a pesar de sus problemas con la justicia panameña.

Con Martinelli se acuñó una frase que se hizo célebre entre los simpatizantes de Martinelli: "él robó, pero hizo". Lo que indica, que ya no importaba el presente del hombre fuerte de Panamá. Su popularidad se veía en las redes sociales, antes de ser procesado, a pesar de la contra que tuvo de sus opositores y en los medios.

Cuando José Raúl Mulino asumió, tardíamente, como el candidato del partido de Martinelli, los simpatizantes del dueño de los super 99 se mantuvieron fieles con el nuevo candidato, sin importar que no haya participado en ninguno de los debates. Total, en esos debates solo los candidatos se creían sus propuestas.

Tampoco les importó la posición de Mulino al frente del partido, que hasta unas horas antes de la elecciones del 5 de mayo, su candidatura estuvo entredicho, por el tema de la supuesta inconstitucionalidad con la que se había inscrito al candidato de "Realizando Metas".

Al final las encuestas no mintieron. Contra viento y marea, Mulino se impuso tajantemente en las elecciones, sin importar que el gestor de todo este movimiento, Ricardo Martinelli, estuviera prófugo y refugiado en la embajada de Nicaragua.

Rubén Blades, uno de los grandes opositores de Martinelli, ya se había preparado mentalmente, en caso de darse el peor de los casos, como en efecto se dio con el triunfo de Mulino. 

En su blog, Blades escribió, unos días antes de las elecciones: "Es vergonzoso enfrentar la posibilidad electoral que sugiere que un corrupto, prófugo y condenado, Ricardo Martinelli y su testaferro, J.R. Mulino, tienen la aparente capacidad de inspirar más entusiasmo a nivel nacional que Ricardo Lombana, Martín Torrijos, Rómulo Roux y todos los otros candidatos juntos".

Blades se preguntaba, que en caso de ganar Mulino, "el hecho demuestra el dramático nivel de la descomposición cívica de nuestra población".

Ese mismo era el pensamiento del millón y medio de personas que votamos por el resto de los candidatos. Igual que muchos, yo tampoco quería que ganara Mulino, por todo ese entorno oscuro que envuelve al cerebro de esta victoria, que todos sabemos recae en Martinelli. 

Sin embargo, ese oscuro panorama prevaleció sobre el pensar de una mayoría, es como si todo lo que le sucedió a Martinelli y al mismo Mulino, con su polémica candidatura, no hubieran hecho mella para alcanzar la victoria. Pareció, mejor, como si todo ello hubiera causado un efecto más positivo que negativo en las aspiraciones de Mulino, y que al final todo eso haya sido un alimento para la victoria del partido "Realizando Metas". 

Tal vez hay que ponerse en en los zapatos de los que votaron por Mulino, para intentar entender, que aparte de la frustración, tampoco comulgaban con la realidad política que se vive en el país.   

Ellos estaban claros, esperando el momento de las elecciones, que era la única oportunidad para expresar su descontento. En el momento en que se tiene la papeleta en las manos, cualquiera puede cambiar la historia del país. Hace falta un simple gancho, para descargar todo su descontento en contra de lo que una gran mayoría consideraba que lo bueno era no votar por Mulino. 

Todos estábamos hartos por lo que se ha dado en los últimos 10 años con el tema de la corrupción, pero pensamos que Ricardo Martinelli, que está representado por Mulino, no era la solución, por ser parte de ese gran problema, por eso se buscaba a otros candidatos.

Lamentablemente, fue la voluntad de un gran sector del pueblo. Una lección. Un voto de castigo.


1 comentario:

  1. José Isaac Serrano7:26:00 p. m.

    Muy claro y atinado su escrito.. Cito Lamentablemente, fue la voluntad de un gran sector del pueblo. Una lección. Un voto de castigo.

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