domingo, 10 de diciembre de 2023

UN TRICAMPEONATO CON ALTURA

TIRO A GOL 






Campo Elías Estrada
cestradacampo@gmail.com


El tricampeonato del CAI frente al club más laureado de Panamá llegó en el momento de su maduración, con una generación que viene de un proceso exitoso,  por eso, me imagino que nunca se intimidaron por los 16 títulos de su adversario, cuando eran conscientes del talento que tienen en el plano individual como colectivo.

En los últimos meses hemos visto casos que se vienen haciendo frecuentes en este deporte, con esto de la actualidad que viene derrotando a la historia. Le está pasando a los ticos con Panamá, con sus selecciones mayores, también le pasó al mismo equipo chorrerano con el Real Estelí de Nicaragua en la Liga de Naciones de la CONCACAF, y por segunda vez le sucedió al Tauro con su verdugo del Oeste, que ya lo ha derrotado en dos finales consecutivas, sin contar con la primera finalísima que se dio en el torneo Clausura 2018.

El CAI es hoy el mejor equipo de la Liga Panameña de Fútbol (LPF). Lo ha ganado casi que todo, de los últimos 11 torneos, se ha coronado seis veces, y el sábado alcanzó el segundo tricampeonato en la liga doméstica.

El sábado CAI fue el que salió a embestir a unos toros mansos, que nunca metieron miedo. Desde el primer minuto lo fueron acorralando con sus desplazamientos por las bandas y por el centro. El desconcierto del Tauro fue total, y diría que fue más con su entrenador Felipe Baloy, que en su primera temporada como técnico, la final le pasó factura de principiante.

Y aquí voy a hacer un alto con Baloy, una figura nacional del fútbol panameño a quien admiro, por todo lo que le dio al país como jugador. 

Me gustó su comienzo cuando pasó por la banca de su rival y los saludó a todos. Un bonito gesto deportivo, sin embargo, al final dejó una mala imagen.

Lo de Baloy puede servirle a los fututos ex futbolistas nacionales, que intenten probar suerte como entrenadores en la LPF, para que se miren en el espejo del ex seleccionado panameño, cuando se encuentren en una situación parecida o peor a la que vivió el ex capitán de la selección.

Cuando un jugador se hace entrenador tiene que tener autocontrol, lo que no tuvo Baloy. Su etapa de futbolista ya pasó. Claro, no hubiera querido haber estado en los zapatos del entrenador. Es que ver a tus pupilos siendo presa de su rival en una final, sin ningún tipo de resistencia, desmotiva a cualquiera.

Lo peor de todo fue que Baloy no lo pudo disimular. Durante la transmisión y en fotos que circulan por la redes se le ve con su rostro desfigurado, sin creer en lo que estaba pasando en la cancha, sintiéndose derrotado en los primeros 20 minutos por el 2-0, que por fortuna, por como se veía el partido, era un resultado conservador.

Y aquí no se puede decir que Baloy cargue solo con la culpa de la derrota, me parece que fue todo el equipo, pero analizando bien, el verdadero culpable fue su rival que los hizo ver mal.

Su entrenador Franklin Narváez disputaba su tercera final con el CAI, igual que lo hizo en la segunda división, que me imagino debe estar curtido con el dramatismo que conlleva el desenlace de un campeonato. Por experiencia, le ganó el pulso a Baloy, sin importar que en su etapa de futbolista de elite, el técnico del Tauro haya  sentido más adrenalina en estadios mil veces más llenos que los de Panamá. Pero una cosa es estar allá, en la cancha,  muy distinta, a la de ubicarse en un banquillo.

Narváez se convierte en el primer entrenador panameño que gana tres campeonatos seguidos con un mismo equipo, empatando una marca que mantuvo por 21 años el colombiano Richard Parra, cuando se coronó en los dos torneos de 2001 y el primero del 2002, con el Árabe Unido.

El CAI salió a divertirse y a divertir a los que estuvieron presentes en Penonomé y frente a la pantalla de televisión, porque daba gusto verlos jugar frente a un rival al que no le dieron mayores libertades.

Le anotaron dos goles en los primeros 20 minutos y allí el mundo se le vino encima a los jugadores del equipo Pedregaleño y a su entrenador. Nunca pudieron reaccionar ni en la cancha ni en la dirección técnica. El partido se les terminó.

El recuerdo de la derrota del torneo anterior ante el mismo rival y por tres goles, retumbaba en la cabeza de los jugadores taurinos, que con el 2-0 no tuvieron cabeza para pensar. Lo que hizo Tauro en el segundo tiempo fue más producto de la fuerza bruta que de la  inteligencia.

Los números avalan al campeón. Las estadísticas sirven para tener un punto de referencia, se dice que ellas no juegan, pero viendo a este CAI, sus registros se convierten como en su tarjeta de presentación, que no marca ninguna diferencia entre lo que dicen los números a lo que juega el equipo. Este sábado fue inmensamente superior a su rival.

Es claro, que se puede tener una mala noche, pero para evitarlo, hay que estudiar la previa de un partido, en mi opinión, me parece que los chorreranos estudiaron mejor a su rival, porque desde el primer minuto, prácticamente, desdibujaron a su oponente y sentenciaron la final con esos dos goles tempraneros.

El esperado tercer título en fila del que tanto se habló, finalmente se dio, y de qué manera, pues se lo recordará como la vez en que el CAI le pasó por encima a su rival con un triunfo inobjetable, como para que se diga: allí está el tricampeón.

Sobre el final, con un 3-0 en contra, Baloy perdió el control del autocontrol. Hizo un papelón, que espero le sirva de experiencia en futuros compromisos, porque hasta para perder, hay que ser elegante.  



 











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