viernes, 16 de diciembre de 2022

ENTRE LA GLORIA Y EL DOLOR

 UNA MIRADA A CATAR





Campo Elías Estrada
cestradacampo@gmail.com


"Un partido nos pone ante el honor del triunfo o la humillación del fracaso, razones suficientes para creer que la vida pende de un hilo. El nudo del partido puede estar en cualquier parte y el desenlace puede ser cosa de un segundo, pero también de un centímetro. En esa incertidumbre que cabe en una mínima fracción de tiempo y espacio puede encontrarse la gloria o la catástrofe".

Así lo escribió el ex mundialista argentino Jorge Valdano, en una parte de su libro Fútbol: el juego infinito, que muy bien hoy puede servir como una antesala para entender todo lo que hay detrás del partido final de la Copa del Mundo entre Francia y Argentina.

Se trata de un choque en el que está en juego el honor de Europa y de América, aunque pienso que más para Argentina, por la manera como los argentinos viven este deporte. 

No es fácil alcanzar una Copa de Mundo como lo creen muchos despistados. A Brasil, por ejemplo, después de que  ganó con Pelé y todo ese equipazo de estrellas el mundial de 1970 en México, más adelante les tomaría 24 años, por el que desfilaron los mundiales de 1974, 1978, 1982, 1986 y 1990, para ganar su cuarta Copa de Mundo en Estados Unidos 1994, con el sufrimiento de una definición por penales.

Argentina ganó su segunda Copa del Mundo con la magia de Diego Armando Maradona en México 1986, desde entonces lo han intentado en los torneos de 1990, 1994, 1998, 2002, 2006, 2010, 2014 y 2018. En las ediciones de 1990 y 2014 fue donde más cerca estuvieron, pero en ambas perdieron las dos finales por 1-0.

Hoy voy a compartir el texto de un video que vi en tik tok de un aficionado de la albiceleste, que a mi en lo personal me llegó, porque de todo lo que he leído y de lo que he visto, me parece lo más sensato que se ha dicho sobre la realidad de los argentinos en los mundiales. Junto a Brasil, son los únicos países del continente nuestro que sienten y sufren por este deporte, como ningún otra nación. Entre los dos suman 7 de las 21 Copas del Mundo que se han disputado, cada uno con una historia de respeto en los mundiales. 




 Comparto textualmente lo que dice el aficionado argentino en un video de tik tok, en el que no aparece su nombre:

 "Te quiero hablar a vos, que como casi el 60 por ciento de los argentinos tenés menos de 36 años y nunca sentiste lo que es salir campeón del mundo.
 
Yo tenía 7 años cuando Mario Alberto Kempes se mandó una patriada, muy parecida al golazo de Julián Álvarez ante Croacia, con lo que logramos ganar por primera vez la Copa del Mundo (1978). Mis recuerdos infantiles son en blanco y negro: clemente, los papelitos, el Obelisco.

 Pero ya tenía 15 años, cuando Diego Armando Maradona nos dio el mejor mundial jamás jugado y sacó a bailar a todo el mundo, para que volviéramos a ganar la copa. De este me acuerdo todo. El gol a los ingleses, la extraordinaria semifinal frente a Bélgica, la bravura del tata Brown (José Luis) en la final, para engancharse el dedo en la camiseta y jugar con el hombro salido. El gol agónico de Burru (Jorge Burruchaga), la salida del plantel al balcón de la Casa Rosada y yo ahí festejando con mis amigos en la Plaza de Mayo, quizás como nunca lo sentí en otro acto masivo.

En ese momento era joven y confiado quizás, como sos vos ahora. Y pensé que ganar mundiales sería algo que pasaría más seguido, estaba malcriado por la tanta fortuna, y profundamente equivocado.

Acabo de cumplir 52 años y nunca volví a ver a Argentina campeona del mundo. No solo ya no tengo 15 años, ahora tengo a tres hijos viendo los partidos conmigo, todos mayores que aquel chico que fui. Ahora entiendo lo increíblemente especial que es jugar, y ojalá ganar una final del mundo. No nos pasa solo a nosotros.

Cuando arranque el Mundial de 2026, casi el 40 por ciento de los brasileños, nunca habrán visto a Brasil ser campeón mundial, por eso quiero decirte a vos, y al 60 por ciento de los que no habían nacido cuando levantamos por última vez la copa en México 1986, que aprovechen, que estamos ante una oportunidad que pasa muy pocas veces en la vida.

Ganar un mundial es un momento único, como casarse y tener un hijo. Si se nos da, disfrútalo con cada fibra de tu cuerpo. Y sabes que puede pasar, y ojalá que no sea así, que el próximo lo estés compartiendo con tus hijos, ya más grande de lo que vos sos hoy. 

Deseo de corazón, que de la mano de Messi y este plantel maravilloso que es la Scaloneta, todos los argentinos vivamos la enorme dicha de ganar la tercera, la primera para más de la mitad de los argentinos, y ser campeones mundiales otra vez.

Y si no se llega a dar, a homenajear a estos increíbles jugadores y una vez más, renovar la ilusión para dentro de cuatro años".




Como escribió Valdano, "un partido nos pone ante el honor del triunfo o la humillación del fracaso, razones suficientes para creer que la vida pende de un hilo".

 Para los argentinos puede verse así, porque en la final tiene mucho más que perder que los franceses, en caso de no conseguir su tercera copa, por la manera cómo se vive el fútbol en la tierra del papa Francisco y Maradona. Además, que así como Messi y la albiceleste apasionan, igual los dos tienen a muchos detractores por las razones que sea. La mofa por las redes sociales estará a la orden del día, en caso de una victoria de Francia. 

Y continúo con Valdano. "El nudo del partido puede estar en cualquier parte y el desenlace puede ser cosa de un segundo, pero también de un centímetro".

 Solo me voy a referir a las dos estrellas de los dos finalistas, en dos planteles que cuenta con extraordinarios jugadores. Messi, a sus 35 años, puede decidir el partido con una genialidad, un pase, una asistencia o una jugada. Por el lado de los franceses, Mbappé, de 23 años, puede sepultar las ilusiones de los argentinos, si en una fracción de segundos, no pueden atajarlo en uno de esos descomunales arranques que le hemos visto por la banda izquierda o por el centro. 

Y cierro con el último párrafo del texto de Valdano, con el que comencé este escrito. "En esa incertidumbre que cabe en una mínima fracción de tiempo y espacio puede encontrarse la gloria o la catástrofe". 

Más que un juego de equipo, las individualidades pueden marcar la diferencia en un partido en el que nadie querrá regalar ningún espacio. Si gana Francia, será la gloria para Didier Deschamps, que sería su segunda copa en fila, lo que ha sido poco usual en las 22 ediciones de los mundiales. Y si el ganador es Argentina, los comentarios sobran decir. Pero como sea, los sudamericanos tienen mucho más que perder que los franceses, en caso de un revés, porque allá el fútbol es su religión.

 Me atrevo a señalar, que Argentina es el país en el que el fútbol se vive con más efervescencia. Por eso a veces cuesta entenderlos cuando hablan de este deporte. Hay que ser argentino para darse cuenta de lo que dicen.

Les deseo la mejor de las suertes.  





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