TIRO A GOL
Campo Elías Estrada
cestradacampo@gmail.com
La eliminación de Colombia se terminó de cocinar en casa, con la derrota que sufrió ante Perú (28 de enero), tres jornadas antes de que concluyera la eliminatoria, porque hasta ese momento era su rival directo en sus aspiraciones de conseguir por lo menos el repechaje con miras al Mundial de Catar 2022.
Ya el daño estaba hecho. Sin embargo, como es costumbre, el aficionado y la propia selección nunca se dan por vencidos y se agarraron a la balsa de la esperanza, como sobrevivientes de un naufragio.
Mientras haya abierta una puerta de esperanza, las ilusiones se mantendrán vivas. En el fútbol, el hincha siempre se aferra a sus sueños. Siempre que existan las posibilidades matemáticas, que señalen que todavía no se ha cerrado la operación, no importa que la esperanza sea un diminuto agujero por el que se haga casi que imposible ingresar. Entonces aquí aparece la palabra, milagro.
¿Qué es un milagro?. Hay dos respuestas que saqué de google. La primera: "Suceso extraordinario y maravilloso que no puede explicarse por las leyes regulares de la naturaleza y que se atribuye a la intervención de Dios o de un ser sobrenatural". La segunda: "Suceso extraordinario que provoca admiración o sorpresa".
Muchos de los aficionados del fútbol siempre se van por la primera definición, porque en ella está representado Dios, el que todo lo puede. Sin dejar de pensar tampoco, en que hoy el balompié está más ligado al cielo, por contar con un papa argentino, que es fanático de este apasionado deporte e hincha y socio del San Lorenzo (número de socio, 88.235).
Y si no se conciben estas dos definiciones, vamos a una famosa frase del escritor uruguayo Eduardo Galeano, cuando escribió: "el fútbol es la única religión sin ateos".
El cielo le dio siete oportunidades a la selección de Colombia durante la segunda vuelta de la eliminatoria sudamericana, un número que tiene un significado bíblico, con una connotación especial, en el que no voy a entrar en detalles.
Colombia nunca aprovechó esa gracia, a pesar de contar con un grupo de estrellas internacionales, de más cartel que los futbolistas peruanos. En la cuarta jornada de la eliminatoria, la federación había despedido al portugués Carlos Queiroz, para traer al caleño Reinado Rueda, que había clasificado a Honduras y Ecuador a mundiales, además de ganar una Copa Libertadores con el Atlético Nacional y de haber ido a un mundial Sub 20 con Colombia.
No obstante, Rueda fracasó en su segundo intento como entrenador de Colombia en una eliminatoria mundialista. El técnico estuvo desconocido en su forma de actuar y de dirigir, como lo estuvieron sus jugadores, respecto a sus comportamientos con sus clubes, en donde algunos son todas unas estrellas.
Siete oportunidades le brindó el cielo a Colombia, en los que no ganó ningún partido, ni siquiera marcó un gol (solo sumó tres empates). A pesar de ese impase, en gran parte de ese lapso de tiempo, la suerte los había cobijado, porque los resultados de los otros partidos todavía favorecían a los intereses de los cafeteros, que siempre conservaron ese quinto lugar que clasificaba al repechaje.
Finalmente se vino el partido clave contra Perú, en Barranquilla, era el sexto juego de la secuela de los siete, en el que Edison Flores le marcó un gol a cinco minutos del final, para desbancarlo de ese quinto lugar que conservó por sus siguientes tres partidos de la eliminatoria, consiguiendo su oportunidad de jugar un repechaje contra un rival de Asia.
Fue un premio para los peruanos, que comenzaron sufriendo en el inicio de la eliminatoria, incluso, los incas habían sumado un punto en las primeras cinco fechas, pero poco a poco a punta de fuerza, de coraje, de un buen replanteamiento de parte del entrenador, y de mucha vergüenza deportiva de sus jugadores, fueron recuperando terreno hasta sobrepasar a Colombia.
En los dos últimos partidos de la eliminatoria, Colombia recobró la memoria con sus victorias ante Bolivia, de local, y Venezuela, de visitante, pero fue tarde, porque Perú ya la había recobrado mucho antes. Ya Colombia no tenía el destino en sus manos, ahora dependía de que los peruanos sufrieran un traspiés en casa que nunca tuvieron.
Se dice que en el fútbol no se vive de merecimientos, sino de los goles. En ese sentido, la selección no se ajustó a los hechos. Su eliminación está más que merecida.
Aún así, hasta antes del desenlace con la última jornada del martes, muchos aficionados, periodistas, como la misma selección, seguían aferrados a esa balsa de esperanza, en espera de que se diera el milagro, pero a esas alturas el cielo no le tendió la mano, por lo mal agradecida que fue la selección, cuando no aprovechó esas siete oportunidades que tuvo en la eliminatoria.
La victoria del martes de Perú ante Paraguay, acabó con las últimas esperanzas de los aficionados colombianos y de su selección, terminando de hundir para siempre a la balsa de la esperanza.
¡Hasta el 2026!
(El autor es periodista, colombiano y naturalizado panameño).
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