miércoles, 15 de septiembre de 2021

INFIERNO EN EL CUSCATLÁN

TIRO A GOL


Estadio Cuscatlán, 22 de junio de 2008.


Campo Elías Estrada
cestradacampo@gmail.com

El martes me llamaron de un programa de radio de El Salvador, para preguntarme por las expectativas de Panamá de cara al partido del próximo 7 de octubre en el estadio Cuscatlán. Les contesté, que respetando a su selección que siempre se hace fuerte en su reducto, en mi caso personal le temo más a los aficionados que al mismo equipo.

Tuve la oportunidad de estar allá para el partido del domingo 22 de junio de 2008, en el encuentro de vuelta de la eliminatoria de Sudáfrica 2010. Hubo muchos panameños, entre ellos la gloria del boxeo, Roberto Durán, Ricardo Martinelli, ex futbolistas y personalidades de otros deportes y de la farándula, muchos de ellos que viajaron gratis en un chárter que ofreció el gobierno de Martín Torrijos.

Selección de Panamá que comenzó el partido.



Los de Alexandre Guimaraes habían ganado 1-0 en la ida en el estadio Rod Carew (anotó Luis Tejada), en la vuelta, José Garcés metió un gol tempranero a los 14 minutos, antes que se desatase un torrencial aguacero que se calmó comenzando el segundo tiempo.

Comenzando la segunda parte, Blas Pérez erró una oportunidad clara de gol ante pase de Garcés, más adelante empató El Salvador a los 70 minutos con gol de Eliseo Quintanilla lo que convirtió el estadio Cuscatlán en un manicomio. Fue increíble la manera como el aficionado se metió en el partido. Se arrojaron latas, botellas plásticas de agua y toda clase de desperdicios a nuestros jugadores, ante el beneplácito de la terna arbitral encabezada por el mexicano Marco Rodríguez, en un estadio donde su estructura hace que el fanático esté casi que en contacto con los jugadores. La bulla del público se hizo aterradora.

Selección salvadoreña de 2008.



Siempre he dicho que en Centroamérica, el estadio Cuscatlán es la plaza más difícil para un visitante y razón de ella es que Panamá nunca ha ganado en sus compromisos de eliminatoria mundialista.

Tuve la oportunidad de estar tres veces en ese estadio, incluso en otro partido de eliminatoria que se perdió sobre la hora (3-2), pero lo que viví en el 2008 fue inolvidable. A veces pienso que con su aliento incansable el público ganó el partido.

 Con el 1-1 de Quintanilla el alboroto era espectacular en las graderías, era un ruido monstruoso. Nuestros jugadores se echaron, como se dice en buen panameño, impactados por lo que se vivía en las graderías, además de la mala dirección del entrenador Guimaraes. Poco a poco el equipo local fue acorralando a los nuestros con centros a la olla, fútbol por las bandas, hasta que fueron llegando los goles: el segundo de Quintanilla, de penal, a los 81 minutos y tercero de Luis Anaya, a los 88, con los que El Salvador ganó con un global de 3-2 eliminando a Panamá de sus aspiraciones al mundial de Sudáfrica 2010. Esa vez fue una eliminatoria de una llave a partidos de ida y vuelta.

Roberto Durán viajó junto con la Selección Nacional.



Una vez le escuché decir al Cheché Hernández, que esa generación que estuvo en la eliminatoria para Sudáfrica 2010 era para haber clasificado antes a un Mundial, porque los jugadores estaban en el pleno de sus condiciones y de su juventud.

Lo del partido del 22 de junio de 2008 solo fue una parte de la manera cómo el aficionado se involucró en el juego. En la previa del compromiso ya los jugadores nuestros habían tenido una mala experiencia, que en Panamá jamás se pensaría que se diera.

Sucedió el sábado 21 cuando el equipo fue a hacer el reconocimiento al estadio. Pienso que todo se dio con el beneplácito de la federación salvadoreña de fútbol y de la fuerza pública, porque no hay otra manera de pensar lo contrario. Mientras los jugadores de Panamá iban bajando del bus para ingresar al estadio, los periodistas panameños le hicimos una calle de honor para su ingreso al coloso de Monserrat, de repente se escuchó el freno de uno o dos pick up 4x4, no me acuerdo con exactitud, con aficionados de unas barras bravas, que se bajaron rápido y se pusieron en la calle de honor, para gritarle de todo a nuestros jugadores, ante la mirada de sorpresa de los comunicadores panameños.

Al día siguiente, un vez terminado el partido, los periodistas demoramos un poco en el estadio mientras hubo una conferencia de prensa con Guimaraes. Una vez concluyó nos preparábamos para salir del estadio, que tiene un camino para evacuarlo, que forma parte del coloso de Monserrat. Para sorpresa de nosotros, a los lados de la calle, habían decenas de aficionados esperando a los panameños para despedirnos con gritos y todo tipo de improperios, en su jerga. Ese día me preguntaba, ¿qué hubiera pasado si Panamá los hubiera eliminado? 

Panameños en el estadio Cuscatlán.



No sé como sea hoy, trece años después, con una selección salvadoreña que empató sin goles con Estados Unidos y Honduras en sus dos primeros partidos en el Cuscatlán, y que perdió el tercero de visita en Canadá (3-0). Con dos puntos en tres partidos y penúltimos en la clasificación del octogonal, los cuscatlecos están necesitados de sumar puntos de a tres y con Panamá tal vez piensen que es una gran oportunidad para conseguirlo. Es bueno que la federación de fútbol esté preparada. Allá la afición sí es el verdadero jugador 12, en un estadio que se vuelve hostil cuando ganar es una obligación.

Desde entonces nunca más se volvieron a enfrentar en un partido de eliminatoria mundialista. Espero que los nuevos jugadores estén preparados por si se repite esa escena, que hace trece años sucedió con una selección más experimentada que la de hoy, que a la postre le pasó factura en la cancha. 

En guerra avisada no muere soldado. 

 


   




                                                                                    
 

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