TIRO A GOL
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"Me dice el corazón: no pierdas por nada esta ocasión, pero me grita la conciencia: equivocarse de nuevo no puede ser coincidencia".
"Me dice el corazón: olvidar es mejor la pasada experiencia, pero me grita la conciencia: peligro, cuidado, utiliza la razón".
Tomé estas letras del tema Conciencia del panameño Omar Alfanno, como cabecera en mi columna, para mi análisis de las dos fechas que faltan de la eliminatoria de la CONCACAF con miras a la Copa del Mundo del 2026. No está de más señalar, que para mi es lo mejor que ha escrito el gran compositor veragüense.
Hoy, por mucho que le hagamos caso a lo que nos diga el corazón, para estar con Panamá hasta el final de la eliminatoria, la conciencia le terminó de cambiar el pensar a muchos que están desconfiados e indecisos, por lo peluda que se puso el final de esta película. El público, los medios y muchos no estábamos preparados para este desenlace, porque lo que habían vendido en el ámbito futbolero era otra cosa, algo así, como que para esta altura de la contienda la selección estaría clasificada.
Pero hoy, con dos partidos para terminar la eliminatoria, la realidad es otra. Más complicada de lo que se imaginaron los jugadores y el propio Thomas Christiansen. Es una situación que se puede resumir con estas palabras: dos partidos para ver la gloria o el infierno.
Tomé estas letras del tema Conciencia del panameño Omar Alfanno, como cabecera en mi columna, para mi análisis de las dos fechas que faltan de la eliminatoria de la CONCACAF con miras a la Copa del Mundo del 2026. No está de más señalar, que para mi es lo mejor que ha escrito el gran compositor veragüense.
Hoy, por mucho que le hagamos caso a lo que nos diga el corazón, para estar con Panamá hasta el final de la eliminatoria, la conciencia le terminó de cambiar el pensar a muchos que están desconfiados e indecisos, por lo peluda que se puso el final de esta película. El público, los medios y muchos no estábamos preparados para este desenlace, porque lo que habían vendido en el ámbito futbolero era otra cosa, algo así, como que para esta altura de la contienda la selección estaría clasificada.
Pero hoy, con dos partidos para terminar la eliminatoria, la realidad es otra. Más complicada de lo que se imaginaron los jugadores y el propio Thomas Christiansen. Es una situación que se puede resumir con estas palabras: dos partidos para ver la gloria o el infierno.
Y por más que el corazón anime a muchos, para pensar en que la selección clasificará al mundial, la conciencia ha hecho desconfiar a otros muchos, que ya se han bajado de la Thomaseta.
En este último tramo, hay tres destinos metidos en tres realidades entre las selecciones de Surinam, Guatemala y Panamá. Los tres con el destino en sus manos y cada uno con posibilidades de clasificar de primero en el grupo A.
Claro, a pesar de que hay que tener el corazón con todas las esperanzas puestas con Panamá, tampoco nos podemos desconectar de esa realidad que muestra la conciencia.
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| Selección de Panamá FOTO/Fepafut |
Pese a que Panamá haya comenzado como favorita en esta fase final, por todo lo bueno que hizo en los últimos años, hasta antes de toparse con la actual eliminatoria, de momento Guatemala y Surinam la irrespetaron en en el Rommel Fernández. La hicieron ver mal, aunque haya tenido más ocasiones de gol en los dos partidos. Ese hecho de favorita ya no cuenta, aunque ese mote se siga empleando cuando afuera los medios se refieren a los de Christiansen, pero es obvio que a esta altura de la competencia nadie se siente más que el otro, los tres cuentan con las mismas opciones de clasificar, que no es otra que ganar sus compromisos finales.
Pero ganar de local ha sido un problema en lo que va de la eliminatoria, en cuatro jornadas todavía nadie lo ha conseguido. La pregunta es: ¿Se mantendrá esa constante hasta el final? Por lo que ha mostrado la eliminatoria, es impredecible afirmarlo.
Sin embargo, es seguro que el corazón le estará diciendo lo mismo a los panameños, guatemaltecos y surinameses: "sí se puede ganar", por más que la conciencia les muestre con cabeza fría y con argumentos todo lo contrario.
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| Selección de Guatemala FOTO/Internete |
Pero dentro de todo ese panorama que nos presenta la parte final de la eliminatoria, me parece que por el calendario, Guatemala tiene en el papel las opciones más "claras" de clasificar, por jugar sus dos últimos partidos en casa, si se puede llamar "claras", en medio de este ambiente de incertidumbre que ha sido impredecible.
Solo les basta ganar y chao, teniendo para la ocasión como aliado a un estadio chico, llamado el Trébol, con capacidad para 7 mil personas, que tendrá al publico pegado a la cancha gritándole al oído de su rival, en lo que se anticipa será un ambiente hostil, como se lo escuché decir a Blas Pérez, que jugó allí con el Municipal.
Tampoco es sencillo para los chapines, porque recibirá a los dos líderes del grupo que la superan por un punto, el 13 de noviembre a Panamá y el 18 a Surinam. Pero si hay que señalar, que a pesar de haber comenzado con una derrota en casa ante El Salvador, se levantaron y hoy tienen la oportunidad de su vida, para estar en su primer mundial siempre que hagan respetar la localía.
Mientras Guatemala llega motivado para su partido del 13 de noviembre frente a Panamá, el mismo Christiansen y sus jugadores llegarán presionados. Pero la presión también la tienen los de casa, por más que su estadio sea un extra para alcanzar la victoria. Estamos en una eliminatoria incierta, que en cuatro jornadas nos ha mostrado que jugar en casa no es garantía de un triunfo.
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| Selección de Surinam FOTO/Internet |
Y no voy a hablar de la historia, por más que el corazón les diga a los guatemaltecos que Panamá nunca ha ganado en tierra chapina en partidos de eliminatoria, porque la conciencia les podrá restregar en sus caras, que en la historia actual, Panamá ha sido el mejor del área centroamericana, aunque en estos cuatro partidos de la fase final no lo haya demostrado con los resultados.
Pero en el presente, ya Guatemala sacó un empate en el Rommel Fernández y dejó una buena impresión, pero eso no quiere decir tampoco, que ya lo tiene todo servido, porque enfrente tendrá a una fuerte selección que también ganó en el Cuscatlán, empató en Surinam y está invicta en lo que va de la contienda.
Dentro de todo el drama que tienen los tres países del grupo A con opciones de alcanzar el pase directo al mundial y, que en caso de no alcanzarlo, con las posibilidades de colarse entre los dos mejores segundos lugares de los tres grupos de la eliminatoria, para acceder al repechaje continental, la situación de Panamá es más que incierta, porque de los tres aspirantes, es el que lo perdería todo si llegara a fracasar en alguna de esas tres posibilidades. Ni me lo quiero imaginar, por más que el corazón me diga que no va a suceder, mientras la conciencia nos grite de estas probabilidades.
Entonces ¿qué hacer? Hoy casi una gran mayoría le echan la culpa de todos los males al entrenador Thomas Christiansen, como si los jugadores no tuvieran nada de culpa, cuando son tan culpables como su mismo director. Los goles que desperdiciaron en cada uno de los cuatro partidos fueron su culpa, no de su entrenador, pero es obvio, que frente a esta situación, la responsabilidad siempre recaerá en el entrenador. Pero para mi, los jugadores son tan culpables como su entrenador, no los exonero. ¡Culpables son!
No hay que dejar de reconocer tampoco, que Panamá es el seleccionado con más roce internacional de los cuatro integrantes del grupo, con un proceso de cinco años, en que suman muchas horas de vuelo en Copa Oro y Liga de Naciones con sus dos finales, Copa América, todas jugando casi que hasta las instancias finales, y antes de comenzar esta fase, ya venían de disputar cuatro partidos de la eliminatoria en la primera fase.
Por mucho que el corazón sea solidario con la selección, es extraño que la ansiedad los haya presionado tanto como para no ganar en casa y errar las oportunidades de gol, tomando en consideración que Panamá ha sido el que más ocasiones propuso en las cuatro fechas. No se puede explicar, en todo caso, que una selección con tanto roce y un proceso más largo que el de sus tres rivales, esté hoy en una situación tan incómoda que nadie se lo imaginaba.
Dice el argentino Jorge Valdano, que un equipo es un estado de ánimo y que dependiendo de su etapa en la que se encuentre, sea en un estado negativo o positivo, eso influye en los aspectos tácticos, técnicos y en la confianza o lo anímico de los jugadores. Una tarea en la que su entrenador tiene que convertirse en un especialista del juego y en mejorar el comportamiento de sus dirigidos.
Christiansen ha sido muy complaciente con algunos jugadores, además de que su sistema de juego ya lo tienen referenciado, pero su principal pecado radicó en que a muchos de estos jugadores que no le han rendido lo suficiente, les siga brindando todas las oportunidades. Pensar en que haga un cambio drástico, lo dudo, porque él siempre se ha mantenido fiel a su filosofía, casi que jugando con los mismos. Pensaría yo, que son en los que más confía y en los que tiene contemplada todas sus esperanzas.
Hoy los medios y el público le piden cambios y hasta le proponen un par de jugadores veteranos, que aunque no han sido parte del proceso, son exseleccionados activos en la LPF que fueron parte en el Mundial de Rusia. Es difícil que el técnico rectifique y modifique en unos días, todo su plan de trabajo de años.
A mi me parece, que la solución la tienen los propios jugadores, sean los mismos o los que los reemplacen. La actitud será clave. Todos han visto lo que hicieron mal y lo que tienen que corregir. Yo no creo en salvadores, en esta crisis me parece que los jugadores tienen que recuperar su estado de ánimo para bien del equipo. No hay de otra. Y lo principal, atinar en las oportunidades de gol que se le presenten. Ser contundentes, tener carácter, y todo lo que la gente y los medios les pide partido a partido, porque aunque no estamos en la cancha jugando, estamos observando lo que antes se hacía y lo que ahora se dejó de hacer, hoy pareciera como si se les hubiera borrado el casete. Se ha perdido la esencia del equipo que hace un par de años se robó los aplausos.
El 13 de noviembre frente a Guatemala, estaremos en el partido número 81 en la era Christiansen, diría que en el más importante que tendrá que dirigir el entrenador europeo, para cumplir con la asignatura por la que se le renovó el contrato después de quedar fuera del último mundial. Es el cielo o el infierno, aunque el corazón me diga que si se puede y la conciencia me grite, que equivocarse de nuevo no puede ser coincidencia.
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| FOTO/Fepafut |
Pero para los que nunca le mostraron importancia, lo que se juega hoy son las eliminatorias, palabras mayores, donde Panamá no ha convencido ni en los primeros cuatro partidos de la primera fase, frente a selecciones más modestas, pero que se le ganó a todas, ni mucho menos en lo que va de la fase final. Esa es la gran diferencia entre lo que es una Copa Oro, una Liga de Naciones e incluso la Copa América, donde se fue a aprender.
Pero eso, lo de los cambios que pide la gente y los medios será tarea de Christiansen. Yo no propongo jugadores, porque considero que el que entre a jugar tiene que aportar para cambiar la historia de esta eliminatoria, con su buen actuar, su carácter y su garra. El nombre que se ha ganado Panamá en el área, tiene que hacerse respetar y que cada uno de los que se pongan la camiseta, lo demuestre con personalidad.
Si me dieran para escoger jugadores, repito, eso es potestad del entrenador que lidia día a día con ellos. Yo solo pondría a los que me gustaría que comenzarán en el once titular: el portero Orlando Mosquera, los centrales Fidel Escobar, Andrés Andrade, y los volantes Adalberto Carrasquilla y Cristian Martínez. El resto sería potestad del entrenador, pero por favor, que sean caras diferentes de las últimas alineaciones titulares que estuvieron en los primeros cuatro partidos. Si se requiere de ellos, para eso está el segundo tiempo.
Mientras llega el 13 de noviembre, esperemos que el corazón y la conciencia se pongan de acuerdo en algo.





















