martes, 21 de octubre de 2025

ENTRE EL CORAZÓN Y LA CONCIENCIA

TIRO A GOL 



Thomas Chritiansen  FOTO/Fepafut





Campo Elías Estrada
cestradacampo@gmail.com



"Me dice el corazón: no pierdas por nada esta ocasión, pero me grita la conciencia: equivocarse de nuevo no puede ser coincidencia". 

"Me dice el corazón: olvidar es mejor la pasada experiencia, pero me grita la conciencia: peligro, cuidado, utiliza la razón".
 
Tomé estas letras del tema Conciencia del panameño Omar Alfanno, como cabecera en mi columna, para mi análisis de las dos fechas que faltan de la eliminatoria de la CONCACAF con miras a la Copa del Mundo del 2026. No está de más señalar, que para mi es lo mejor que ha escrito el gran compositor veragüense.

Hoy, por mucho que le hagamos caso a lo que nos diga el corazón, para estar con Panamá hasta el final de la eliminatoria, la conciencia le terminó de cambiar el pensar a muchos que están desconfiados e indecisos, por lo peluda que se puso el final de esta película. El público, los medios y muchos no estábamos preparados para este desenlace, porque lo que habían vendido en el ámbito futbolero era otra cosa, algo así, como que para esta altura de la contienda la selección estaría clasificada.

Pero hoy, con dos partidos para terminar la eliminatoria, la realidad es otra. Más complicada de lo que se imaginaron los jugadores y el propio Thomas Christiansen. Es una situación que se puede resumir con estas palabras: dos partidos para ver la gloria o el infierno.





Y por más que el corazón anime a muchos, para pensar en que la selección clasificará al mundial, la conciencia ha hecho desconfiar a otros muchos, que ya se han bajado de la Thomaseta.

En este último tramo, hay tres destinos metidos en tres realidades entre las selecciones de Surinam, Guatemala y Panamá. Los tres con el destino en sus manos y cada uno con posibilidades de clasificar de primero en el grupo A.

Claro, a pesar de que hay que tener el corazón con todas las esperanzas puestas con Panamá, tampoco nos podemos desconectar de esa realidad que muestra la conciencia.  


Selección de Panamá  FOTO/Fepafut



Pese a que Panamá haya comenzado como favorita en esta fase final, por todo lo bueno que hizo en los últimos años, hasta antes de toparse con la actual eliminatoria, de momento Guatemala y Surinam la irrespetaron en en el Rommel Fernández. La hicieron ver mal, aunque haya tenido más ocasiones de gol en los dos partidos. Ese hecho de favorita ya no cuenta, aunque ese mote se siga empleando cuando afuera los medios se refieren a los de Christiansen, pero es obvio que a esta altura de la competencia nadie se siente más que el otro, los tres cuentan con las mismas opciones de clasificar, que no es otra que ganar sus compromisos finales.

Pero ganar de local ha sido un problema en lo que va de la eliminatoria, en cuatro jornadas todavía nadie lo ha conseguido. La pregunta es: ¿Se mantendrá esa constante hasta el final? Por lo que ha mostrado la eliminatoria, es impredecible afirmarlo.

Sin embargo, es seguro que el corazón le estará diciendo lo mismo a los panameños, guatemaltecos y surinameses: "sí se puede ganar", por más que la conciencia les muestre con cabeza fría y con argumentos todo lo contrario.


Selección de Guatemala FOTO/Internete



Pero dentro de todo ese panorama que nos presenta la parte final de la eliminatoria, me parece que por el calendario, Guatemala tiene en el papel las opciones más "claras" de clasificar, por jugar sus dos últimos partidos en casa, si se puede llamar "claras", en medio de este ambiente de incertidumbre que ha sido impredecible.

Solo les basta ganar y chao, teniendo para la ocasión como aliado a un estadio chico, llamado el Trébol, con capacidad para 7 mil personas, que tendrá al publico pegado a la cancha gritándole al oído de su rival, en lo que se anticipa será un ambiente hostil, como se lo escuché decir a Blas Pérez, que jugó allí con el Municipal.

Tampoco es sencillo para los chapines, porque recibirá a los dos líderes del grupo que la superan por un punto, el 13 de noviembre a Panamá y el 18 a Surinam. Pero si hay que señalar, que a pesar de haber comenzado con una derrota en casa ante El Salvador, se levantaron y hoy tienen la oportunidad de su vida, para estar en su primer mundial siempre que hagan respetar la localía.

Mientras Guatemala llega motivado para su partido del 13 de noviembre frente a Panamá, el mismo Christiansen y sus jugadores llegarán presionados. Pero la presión también la tienen los de casa, por más que su estadio sea un extra para alcanzar la victoria. Estamos en una eliminatoria incierta, que en cuatro jornadas nos ha mostrado que jugar en casa no es garantía de un triunfo. 


Selección de Surinam  FOTO/Internet



Y no voy a hablar de la historia, por más que el corazón les diga a los guatemaltecos que Panamá nunca ha ganado en tierra chapina en partidos de eliminatoria, porque la conciencia les podrá restregar en sus caras, que en la historia actual, Panamá ha sido el mejor del área centroamericana, aunque en estos cuatro partidos de la fase final no lo haya demostrado con los resultados.

Pero en el presente, ya Guatemala sacó un empate en el Rommel Fernández y dejó una buena impresión, pero eso no quiere decir tampoco, que ya lo tiene todo servido, porque enfrente tendrá a una fuerte selección que también ganó en el Cuscatlán, empató en Surinam y está invicta en lo que va de la contienda.

Dentro de todo el drama que tienen los tres países del grupo A con opciones de alcanzar el pase directo al mundial y, que en caso de no alcanzarlo, con las posibilidades de colarse entre los dos mejores segundos lugares de los tres grupos de la eliminatoria, para acceder al repechaje continental, la situación de Panamá es más que incierta, porque de los tres aspirantes, es el que lo perdería todo si llegara a fracasar en alguna de esas tres posibilidades. Ni me lo quiero imaginar, por más que el corazón me diga que no va a suceder, mientras la conciencia nos grite de estas probabilidades.

Entonces ¿qué hacer? Hoy casi una gran mayoría le echan la culpa de todos los males al entrenador Thomas Christiansen, como si los jugadores no tuvieran nada de culpa, cuando son tan culpables como su mismo director. Los goles que desperdiciaron en cada uno de los cuatro partidos fueron su culpa, no de su entrenador, pero es obvio, que frente a esta situación, la responsabilidad siempre recaerá en el entrenador. Pero para mi, los jugadores son tan culpables como su entrenador, no los exonero. ¡Culpables son!

No hay que dejar de reconocer tampoco, que Panamá es el seleccionado con más roce internacional de los cuatro integrantes del grupo, con un proceso de cinco años, en que suman muchas horas de vuelo en Copa Oro y Liga de Naciones con sus dos finales, Copa América, todas jugando casi que hasta las instancias finales, y antes de comenzar esta fase, ya venían de disputar cuatro partidos de la eliminatoria en la primera fase.

Por mucho que el corazón sea solidario con la selección, es extraño que la ansiedad los haya presionado tanto como para no ganar en casa y errar las oportunidades de gol, tomando en consideración que Panamá ha sido el que más ocasiones propuso en las cuatro fechas. No se puede explicar, en todo caso, que una selección con tanto roce y un proceso más largo que el de sus tres rivales, esté hoy en una situación tan incómoda que nadie se lo imaginaba.

Dice el argentino Jorge Valdano, que un equipo es un estado de ánimo y que dependiendo de su etapa en la que se encuentre, sea en un estado negativo o positivo, eso influye en los aspectos tácticos, técnicos y en la confianza o lo anímico de los jugadores. Una tarea en la que su entrenador tiene que convertirse en un especialista del juego y en mejorar el comportamiento de sus dirigidos.

Christiansen ha sido muy complaciente con algunos jugadores, además de que su sistema de juego ya lo tienen referenciado, pero su principal pecado radicó en que a muchos de estos jugadores que no le han rendido lo suficiente, les siga brindando todas las oportunidades. Pensar en que haga un cambio drástico, lo dudo, porque él siempre se ha mantenido fiel a su filosofía, casi que jugando con los mismos. Pensaría yo, que son en los que más confía y en los que tiene contemplada todas sus esperanzas. 

Hoy los medios y el público le piden cambios y hasta le proponen un par de jugadores veteranos, que aunque no han sido parte del proceso, son exseleccionados activos en la LPF que fueron parte en el Mundial de Rusia. Es difícil que el técnico rectifique y modifique en unos días, todo su plan de trabajo de años.

A mi me parece, que la solución la tienen los propios jugadores, sean los mismos o los que los reemplacen. La actitud será clave. Todos han visto lo que hicieron mal y lo que tienen que corregir. Yo no creo en salvadores, en esta crisis me parece que los jugadores tienen que recuperar su estado de ánimo para bien del equipo. No hay de otra. Y lo principal, atinar en las oportunidades de gol que se le presenten. Ser contundentes,  tener carácter, y todo lo que la gente y los medios les pide partido a partido, porque aunque no estamos en la cancha jugando, estamos observando lo que antes se hacía y lo que ahora se dejó de hacer, hoy pareciera como si se les hubiera borrado el casete. Se ha perdido la esencia del equipo que hace un par de años se robó los aplausos. 

El 13 de noviembre frente a Guatemala, estaremos en el partido número 81 en la era Christiansen, diría que en el más importante que tendrá que dirigir el entrenador europeo, para cumplir con la asignatura por la que se le renovó el contrato después de quedar fuera del último mundial. Es el cielo o el infierno, aunque el corazón me diga que si se puede y la conciencia me grite, que equivocarse de nuevo no puede ser coincidencia.


FOTO/Fepafut



Pero para los que nunca le mostraron importancia, lo que se juega hoy son las eliminatorias, palabras mayores, donde Panamá no ha convencido ni en los primeros cuatro partidos de la primera fase, frente a selecciones más modestas, pero que se le ganó a todas, ni mucho menos en lo que va de la fase final. Esa es la gran diferencia entre lo que es una Copa Oro, una Liga de Naciones e incluso la Copa América, donde se fue a aprender.  

Pero eso, lo de 
los cambios que pide la gente y los medios será tarea de Christiansen. Yo no propongo jugadores, porque considero que el que entre a jugar tiene que aportar para cambiar la historia de esta eliminatoria, con su buen actuar, su carácter y su garra. El nombre que se ha ganado Panamá en el área, tiene que hacerse respetar y que cada uno de los que se pongan la camiseta, lo demuestre con personalidad.

Si me dieran para escoger jugadores, repito, eso es potestad del entrenador que lidia día a día con ellos. Yo solo pondría a los que me gustaría que comenzarán en el once titular: el portero Orlando Mosquera, los centrales Fidel Escobar, Andrés Andrade, y los volantes Adalberto Carrasquilla y Cristian Martínez. El resto sería potestad del entrenador, pero por favor, que sean caras diferentes de las últimas alineaciones titulares que estuvieron en los primeros cuatro partidos. Si se requiere de ellos, para eso está el segundo tiempo.

Mientras llega el 13 de noviembre, esperemos que el corazón y la conciencia se pongan de acuerdo en algo.
  

miércoles, 15 de octubre de 2025

UN EMPATE A LOS TRANCAZOS

 TIRO A GOL



Panameños al final del partido. FOTO/Deportes RPC




Campo Elías Estrada
cestradacampo@gmail.com


Una noche antes el partido, un grupo de aficionados panameños fueron a las afueras del hotel donde se alojaba la selección de Surinam a ponerles música y a hacerles bulla, pero para sorpresa de los que allí estuvieron, los integrantes del equipo surinamés salieron a bailar, como se reflejaba en las imágenes de varios videos que se hicieron virales. 

Esa era la previa del partido Panamá-Surinam, que nos mostraba que mientras los de Surinam lucían relajados frente a la situación del hotel, seguramente, que en otro extremo de la ciudad, los jugadores de Panamá estarían más concentrados en su hotel, pensando en su partido del martes 14, en el sufrimiento que han padecido en cada uno de los tres compromisos de la fase final de la eliminatoria, en no decepcionar de nuevo a la gente que los acompañe al Rommel Fernández, y en cualquier otro pensamiento que los intranquilizara.

Salvó la noche. FOTO/Fepafut



Era algo natural, la visita no tiene nada que perder y mucho que ganar. En poco tiempo, Surinam se ha ganado la admiración en la región por el crecimiento en su fútbol. Cuando todos pensaban que Guatemala y El Salvador eran los rivales a vencer, los surinameses le ganaron a los del Bolillo Gómez en el Cuscatlán (1-2), después de debutar en casa con un empate sin goles ante Panamá, y estuvieron a poco se repetir con otra victoria en el Rommel Fernández, que hoy lo tiene de líder en cuatro jornadas, en un grupo donde todavía ningún local ha podido sacar los tres puntos.

Por el contrario, Panamá es el equipo presionado, en que su rol de favorito les pesa un montón a cada jugador y a su entrenador, por eso, los de Thomas Christiansen tienen mucho que perder si llegaran a fracasar en su intento de clasificar al Mundial del 2026. Dios los libre.    

Ya el martes 14, con casa llena en el Rommel Fernández, Surinam mostró tranquilidad y confianza en cada jugador, diferente a Panamá, en que volvió a verse presionado en el Rommel Fernández frente a un rival de la escuela holandesa, que sabe jugar cuando tiene el balón o no lo tiene, que atacó poco, pero cuando lo hace es mortífero, que es veloz cuando va al frente por las bandas o el centro, que se defiende sin perder los estribos, que desde atrás es organizado en sus salidas, que no se complica cuando tiene que reventar el balón en los momentos en que se ve en apuros, y que sabe controlarse como cuando los de Thomas Christiansen los tuvo contra las cuerdas.

Ese es el panorama de Surinam, que se aprecia mejor cuando se asiste al estadio, que cuando se lo ve por televisión.

Esa presión de Panamá de jugar en el Rommel frente a su público se volvió a hacer notoria el martes. Édgar Bárcenas, el más flojo del partido, desperdició un regalo del portero Ettiene Vaeseen, en un mal saque que se lo dejó al panameño, y Eric Davis malogró otro gol cantado que le puso Cristian Martínez e inexplicamente, pareció un defensa más de la visita, cuando la tiró afuera.




Acto seguido llega el gol de la visita. Un balón que recogen de una llegada de Panamá, lo transportan desde el centro, tres pases hasta ponerla por el lateral derecho, donde Davis, en vez de ir a la presión, se echa más atrás para facilitarle el centro a Tjaronn Chery, que a ras de piso pasa a Richonell Margaret, quien se anticipa a Cristian Martínez y Adalberto Carrasquilla, para anotar el 0-1.

Otra vez más, como pasó en El Salvador, Martínez y Carrasquilla terminaron de centrales ante la ausencia de los defensas, en una jugada en que volvieron a verse sorprendidos cuando se ataca, como suele suceder cuando se juega con tres centrales en una línea de cinco.

Minutos después viene un centro a la olla de Michael Murillo y Bárcenas con la portería en sus narices la tiró por arriba. Y en seguida, Orlando Mosquera evitó el segundo gol de Surinam, en donde Panamá se salvó milagrosamente.

En los cinco minutos finales, Panamá encimó y acorraló a la visita como lo hizo en los últimos 20 minutos del segundo tiempo.

Panamá tuvo para empatar antes del gol de Ismael Díaz cuando se jugaban cinco de los diez minutos de reposición, pero la desesperación sobrepasó la serenidad, la calma, la tranquilidad. Los tiros hicieron figura a Vaessen, pues todos llegaban cerca a su humanidad, no se lo exigió abajo, todo fue para su lucimiento, Davis se cansó de hacer centros a la olla a lo que sucediera, pero eso no le quita méritos al buen partido del cancerbero visitante.

Selección de Surinam





Surinam se defendió con todo, aguantó sin desesperarse, bloqueó, hizo todo lo que pudieron, pero  Panamá atropelló con fuerza, hasta que al final sucumbieron en una llegada, en la que los defensas visitantes se durmieron.

El portero panameño fue exigido abajo en las postrimerías del segundo tiempo, en una de las contadas llegadas del seleccionado visitante, que por muchos momentos no pudo controlar el balón ante la presión de los de casa.

Al final Christiansen metió a todos los delanteros al equipo y Panamá terminó jugando a lo que saliera, a la fuerza, al atropello, sin brújula ni orden, hasta se dio el lujo de sacar a Carrasquilla y Martínez, que como  dos contenciones, habían sido los armadores del equipo en gran parte del partido. Y así al atropello y a lo que saliera, llegó la jugada providencial del gol. Según estadísticas del partido, fueron 28 remates de Panamá por 8 de la visita, 8 a la portería de Vaeseen por 4 a la de Mosquera.

Y al final pasó algo que poco suele ocurrir en el fútbol. En una jugada donde se pedía mano y penal de la visita en un centro sobre el área chica, entre los panameños y el público, que no se cansó de gritar y de alientar en los últimos minutos, presionaron al central Selvin Brown para que fuera a revisar la jugada al var. Literalmente, lo empujaron llevándolo hasta el var, y la respuesta fue negativa, como era de esperarse.

Y así entre el "Si de puede" del público, Panamá empató y sacó un punto. Me llamó la atención, que en los últimos minutos de reposición, mientras Panamá atropellaba más con fuerza que con inteligencia, a lo que saliera, Surinam tuvos dos salidas por la banda izquierda, que las hizo con clase e inteligencia, con pases cortos, triangulando en un pequeño espacio sin desesperarse por la presión del 1-1, era como si estuvieran ganando, y en una de ellas intentaron poner en aprietos. Una mirada a lo que fueron las dos caras al final del compromiso: la tranquilidad versus la desesperación.

Con la jornada del martes, Surinam sigue líder con 6 puntos, los mismos que Panamá, pero con más goles anotados; Guatemala que derrotó de visitante a los del Bolillo Gómez (0-1), es tercero con 5, y El Salvador cuarto con 3.

El próximo 13 de noviembre, Panamá visita a Guatemala, a la que tampoco ha derrotado en partidos de eliminatoria. Ya Christiansen se dio ánimo para este crucial compromiso, en el que piensa cambiar las estadísticas, como lo hizo con El Salvador en el Cuscatlán.  Las estadísticas no juegan, están para cambiarlas, seguramente les dirá a sus dirigidos antes de visitar a los chapines.

¿Le alcanzará?, asumiendo que en lo que va de la eliminatoria ningún local ha ganado. 

Lo que sí se sabe es que el sufrimiento se mantendrá latente y todavía más que en los primeros cuatro partidos que van. Tal vez, ahora, el equipo se prepare mejor para romper esta nueva estadística, como lo hizo en El Salvador, que para ganar en el Rommel Fernández.

Esta historia de sufrimiento y amargura continúa..... 


domingo, 12 de octubre de 2025

TODOS EN CONTRA DE PANAMÁ

 TIRO A GOL






CampoElías Estrada
cestradacampo@gmail.com


Ya con cabeza fría, después de haber festejado el triunfo en El Salvador que terminó con el maleficio del Cuscatlán, vi el gol de José Fajardo y me parece que hubo un fuera de lugar de Michael Murillo, cuando recibe el pase de Édgar Bárcenas. Lo he visto infinidades de veces y esa es la impresión que me quedó.

El viernes, en el momento de la jugada, me pareció que Murillo estaba en offside, lo vi un tanto adelantado, pero no le di mayor importancia, además, porque no vi ninguna reacción de los jugadores salvadoreños, que me parece que allí fallaron, ni mucho menos se presentó ninguna reacción del var. Fue un episodio que por esos segundos pasó inadvertido en la cancha.

Es natural, que por eso en El Salvador estén histéricos, si se trata de un país futbolizado. Ahora, la pregunta es: ¿Qué hubiera pasado si esa jugada hubiera sido de los salvadoreños para ganar el partido? Estoy convencido que la reacción en Panamá hubiera sido la misma. Ni más ni menos.

No voy a entrar es más detalles de las otras dos jugadas anuladas por el canadiense Drew Fischer, ni en una supuesta mano de un panameño en el área, porque me parece que la de Murillo fue un poquito más clara, que con la ayuda del var se hubiera solucionado rápido. Pero me pareció raro que la tecnología no apareciera.

Frente a ese episodio, las redes explotaron y el nombre de Panamá está en boca de todos los que se desahogan por esa tecnología. Se ha perdido la cordura. 

Pero si voy a hacer claro, pese a que en El Salvador la victoria quedó "manchada" por esa jugada que antecedió al gol. Panamá fue más que los de casa. Por eso el Bolillo Gómez no quiso regalar nada y salió a defenderse, por cierto con bastante orden, batallando cada pelota en el medio campo, e intentando sorprender y desequilibrar con esos balones profundos, que el mismo Bolillo Gómez como nosotros aquí, sabemos que son los que más daño le hacen al equipo.

Por eso Bolillo Gómez no jugó abierto contra Panamá, porque de hacerlo iba a recibir su merecido, el entrenador conoce mejor que nadie de las cualidades de los visitantes, queria defenderse y sorprender con un gol, sin importar que fuera el equipo local. Iba por el resultado mínimo.

Jugadores de Panamá se preparan para Surinam. FOTO/Fepafut



Es un detalle que la afición salvadoreña no quiere entender, por eso el colombiano no quiso arriesgar y prefirió caminar por la línea delgada, que no deja de ser peligrosa cuando se tiene un rival más fuerte que el tuyo. Ese planteamiento, tampoco le permitió mayores libertades a los panameños. 

Hoy hay que reconocer que Panamá es más que El Salvador. Allá se lo he escuchado a los propios colegas salvadoreños, al mismo Bolillo Gómez y lo dijo el Mágico González, el mejor futbolista cuscatleco, que reconoció que es el país que más ha progresado. 

Me parece que ellos hicieron un buen partido como para haber sacado un punto, hasta el momento del gol. Una acción que no es culpa de los panameños, como tampoco lo fue el "gol fantasma del 2017, que siempre se lo restriega en estas situaciones.

Y hay que tener presente, que esa misma situación le puede pasar a Panamá, porque se ha visto que aunque el var nació para ayudar en las jugadas polémicas, lamentablemente los que manejan la tecnológica son los mismos árbitros que lo hemos visto equivocarse muchas veces como centrales. El var no es confiable ni en Centroamérica ni el primer mundo futbolístico. Los desaciertos están a la orden del día.

De Panamá antes no se hablaba, ni aunque tuvimos a dos de los mejores futbolistas de Centroamérica en su momento, Julio Dely Valdés y Rommel Fernández, porque a nivel de selecciones era considerada la cenicienta.

Sin embargo, en los últimos años el fútbol panameño se ha superado a nivel de todas las selecciones, que han asistido a varios mundiales juveniles y uno con el equipo mayor, incluyendo a las mujeres, el futsal y el fútbol de playa. 

Pero parece, que eso ha sido la envidia de muchos, que no quieren reconocer que en Centroamérica los panameños se han ido superando y hoy están dominando a los del área. Al principio, cuando se comenzó a progresar, nos daban una palmadita de felicitaciones, pero hoy cuando se convirtieron en verdaderos protagonistas de este sector, pareciera que todos los centroamericanos estuvieran en nuestra contra. Muchas veces se refieren al fútbol de Panamá como si le tuvieran rabia.

Claro, aquí no hay que pasar por alto, que gran parte de esa agresión verbal contra Panamá por las redes, se la ha ganado, indirectamente, por la reacción que han provocado unos cuantos comunicadores like, que defienden a capa y espada al fútbol panameño, sin medir las consecuencias de sus palabras. Hoy, se puede decir, que han superado no solo a David Faitelson, el que hace años era considerado no grato en Panamá, sino que se han ganado un protagonismo en el área, provocando, sin exagerar, que en este mundo de las redes sociales se conozca más a estos influencers, que a los propios jugadores de la selección nacional.

Por eso, la selección tendrá que mejorar en los tres partidos finales de esta fase final, para alcanzar su pase a la Copa del Mundo 2026, que de momento, como el tercer mejor segundo lugar de los tres grupos, lo tiene fuera del repechaje.

Solo mejorando y terminando primeros, se puede apagar esa llama que está incendiando las redes sociales, en donde pareciera, por lo que se palpa en ellas, que toda Centroamérica estuviera en contra de Panamá.

sábado, 11 de octubre de 2025

SE ACABÓ EL MALEFICIO

TIRO A GOL 



Panorámica del Cuscatlán. FOTO/Diario El Salvador





Campo Elías Estrada
cestradacampo@gmail.com


Un gol de José Fajardo en un revulsivo segundo tiempo, fue suficiente para terminar con el maleficio del estadio Cuscatlán donde Panamá había caído con El Salvador en seis partidos de eliminatoria mundialista, incluyendo con el mismo Thomas Christianen, la última vez, el 7 de octubre del 2021.

Pero de nuevo la fecha del 10 de octubre le volvió a sonreir al seleccionado nacional, como hace ocho años cuando se consiguió la clasificación a la Copa del Mundo de Rusia 2018; como hace cinco años cuando Christiansen debutó con Panamá con una victoria a domicilio en Costa Rica, y como hace cuatro años cuando se derrotó por primera vez a Estados Unidos en una eliminatoria mundialista, en el Rommel Fernández, con el mismo entrenador europeo en la dirección del equipo.

Pero este viernes, antes de su primera victoria en siete partidos en el Cuscatlán, se tuvo que sufrir hasta el final, con un gol que fue criticado por los medios salvadoreños, por un supuesto fuera de lugar de Michael Murillo, en la jugada que antecedió al gol.

Selección de Panamá que inició ante El Salvador. FOTO/Fepafut



En la previa, los periodistas salvadoreños del canal que transmitió el partido, reconocían que jugador por jugador Panamá era más, por el largo proceso que se llevaba y por la mayor experiencia de sus futbolistas, por lo que se esperaba que los jugadores de la  selecta jugaran con pundonor, como en efecto lo hicieron en un partido de fuerza, de entrega, donde no se regaló nada, lo que hacía predecir que el que metía el gol ganaba.

Panamá despertó del todo en el segundo tiempo, después de unos primeros 45 minutos con pocas escaramuzas donde Adalberto Carrasquilla sobresalía del resto y en el que el defensa Andrés Andrade intentó aportar con algunas salidas. Ya en el tiempo complementario, el seleccionado nacional comenzó más agresivo, allí aparecieron el Puma José Luis Rodríguez, Édgar Bárcenas, Michael Murillo, Eric Davis, José Fajardo y el mismo Carrasquilla, que llevaron el peso de la ofensiva hasta gestionarse el gol y el intento de alcanzar el segundo en los minutos restantes.

Sin embargo, El Salvador vendió cara su primera derrota con Panamá y encimó con todo, frente a un visitante que en los minutos finales aguantó atrás y le regaló el balón a los de casa. Por fortuna, cuando se jugaban cuatro minutos de reposición, Noel Rivera desperdició una clara ocasión de gol para el empate del equipo local cuando estuvo en un mano a mano con el portero Orlando Mosquera.

Fue un partido de sufrimiento, que es el sello de marca de las eliminatorias. A diferencia de los dos primeros partidos de esta fase final, frente a El Salvador no se contaron con grandes ocasiones de gol, porque el rival estuvo aplicado en la cancha, pero si se mejoró en el orden. Christiansen abrió casi que con su equipo de siempre, porque confía en lo que tiene, él más que nadie lidia con los jugadores y se mantuvo fiel a su filosofia. No se dejó presionar por lo que pedían los medios.

Frente a El Salvador, se comenzó con los mismos y se ganó con los mismos, lo que no se pudo conseguir en los dos partidos anteriores por la falta de contundencia en ataque. A los 10 minutos se lesionó José Córdoba y lo suplantó Jiovany Ramos, de buena actuación.

Posiciones



Con su primera victoria, Panamá consiguió un respiro para volver a la cima del grupo junto a Suriman, su rival del próximo martes en el Rommel, que en el Cuscatlán había ganado 1-2.

Los Surinameses y los panameños suman cinco unidades, pero los primeros son líderes por más goles anotados; en una eliminatoria loca, pareja y nivelada, ante la ausencia de los tres países sedes del mundial del 2026, en la que Haítí, Curazao y Surinam están al frente de los tres grupos.

Por eso mismo, lo que vienen son tres finales para Panamá y el resto de participantes. En las tres fechas disputadas se ha visto que da lo mismo ser local que visitante, nadie tiene asegurada su victoria en casa, cada partido se ha tornado diferente con juegos impredecibles y resultados sorpresivos.

Hoy Panamá se quitó de encima ese maleficio que por 48 años lo atormentó cuando visitaba el Cuscatlán en partidos de eliminatoria, el viernes se volvió a respirar y se recobró el autoestima, pero no hay que confiarse para lo que viene, porque ni Surinam, ni Guatemala ni la mismo El Salvador van a regalar nada.

Lo del Cuscatlán queda como una simple anécdota, en una eliminatoria donde lo que verdaderamente importa es cuando se consiga la clasificación a la Copa del Mundo del 2026. 

Si se alcanza, entonces esta generación quedará en la historia.

miércoles, 8 de octubre de 2025

OTRO OCTUBRE EN EL CAMINO

TIRO A GOL 



Últimos entrenamientos de Panamá. FOTO/Fepafut




Campo Elías Estrada
cestradacampo@gmail.com


La estadísticas no juegan, lo reconocieron los propios entrenadores de El Salvador y Panamá, pero aunque no se quiera contemplar, lo del Cuscatlán es otra presión extra que se le suma a la que ya vienen arrastrando los jugadores panameños desde que comenzó la eliminatoria de la CONCACAF, para la Copa del Mundo 2026.

Por cosas de la vida, el mes de octubre se repite con otro partido crucial en las aspiraciones de Panamá, esta vez en una eliminatoria mundialista frente a El Salvador, para continuar soñando en alcanzar un segundo mundial.

El 15 de octubre del 2013 tocó llorar cuando se perdió de manera sorpresiva ante Estados Unidos en el Rommel Fernández, en el último partido de la eliminatoria para el mundial de Brasil 2014, que dejaba sin opción del repechaje al seleccionado que dirigía el panameño Julio Dely Valdés.

Sin embargo, el 10 de octubre del 2017 fue el día en que tocó llorar, pero de alegría, cuando se consiguió la histórica clasificación a la Copa del Mundo de Rusia 2018 en el Rommel, después de derrotar 2-1 a Costa Rica, en el último partido de la eliminatoria, con el colombiano Hernán Darío Bolillo Gómez como entrenador.

Con el danés Thomas Christiansen, que suma 78 partidos al frente de la selección de Panamá, siendo el que más veces la ha dirigido, debutó casualmente el 10 de octubre del 2020, en plena pandemia, derrotando como visitante 0-1 a Costa Rica, en un amistoso en el estadio Nacional de San José.

Por esas cosas que tiene la vida, este viernes 10 de octubre se visita a El Salvador, ocho años después de que se consiguiera la clasificación a la Copa del Mundo de Rusia 2018, y cinco años luego de que Thomas Christiansen dirigiera por primea vez a Panamá en un amistoso.

Este viernes 10, la selección nacional tiene la responsabilidad de sacar por primera vez un buen resultado en el Cuscatlán, para mantenerse con vida en la eliminantoria, en un mes, que en lo que va de este octubre del 2025, ha sido nefasto para el fútbol panameño, después de las eliminaciones de Panamá en el Mundial Sub 20 de Chile y de los clubes Plaza Amador y Sporting San Miguelito, en la Copa Centroamericana.   

En fin, por todo lo que se juega el viernes, este compromiso en el Cuscatlán ha despertado mucho interés como nunca antes despertó ninguno de los seis partidos que Panamá jugó y los perdió allí por eliminatorias, incluyendo al propio Thomas Christiansen en el 2021.

Por otra parte, si pretendemos quitarle presión a lo del Cuscatlán, para tener solo pensamientos positivos, no deja de ser un hecho inherente al embrujo del coloso de Monserrat, donde Panamá perdió 4-1 en 1976 (gol panameño de Néstor Hernández), 4-1 en 1980 (gol de René Mendieta), 3-2 en 1996 (goles de Jorge Dely Valdés), 2-1 en el 2004 (gol de Julio Dely Valdés), 3-1 en el 2008 (gol de José Garcés), y 1-0 el 7 de octubre del 2021, con Christiansen como entrenador.

Hasta mucho antes de comenzar la fase final de esta eliminatoria, Panamá figuraba favorita por primera vez en estas lides, ante la ausencia de los tres países sedes del mundial, por su buen desempeño en los torneos regionales y en la última Copa América, pero pareciera que ese favoritismo tiene presionado, de momento, a los jugadores.

No quiero pensar, que Panamá también sea presa, de manera indirecta, de una frase que se le atribuye al entrenador argentino César Luis Menotti, cuando dijo sobre Colombia, que "Si querés ganarle a los colombianos decile que son favoritos".

Después del segundo empate con Guatemala en el Rommel Fernández, que dejó mal parada a la selección nacional, el tema del Cuscatlán recobró vida, se ha hecho viral en las redes, convirtiéndose en otra presión extra para los jugadores, donde la ansiedad de sacar un buen resultado, por lo menos un empate, para mantenerse con vida en la eliminatoria y terminar con el maleficio del coloso de Monserrat, es casi un pedido a gritos por la afición y los medios.

Pero por más que los medios, los aficionados y en las redes se pongan en los zapatos del entrenador y el de los jugadores, son el propio Christiansen y sus dirigidos los que tienen la última palabra.

Sea con el plantel habitual de todos conocidos, o cambiando el once para distraer al Bolillo Gómez, quien conoce a los panameños tan bien como Christiansen, o con el sistema que se le antoje, este encuentro servirá para conocer el verdadero temperamento y carácter de los jugadores panameños. El viernes nos mostrarían si tendrán cabeza fría para hacerle frente a este gran reto que se le presenta en El Salvador, en el que no quisiera estar en el pellejo de ellos.

No creo que en estos momentos haya un salvador en la selección nacional, porque el problema de Panamá es de equipo, de mentalidad, y en parte también de dirección, pero en este tipo de compromisos, siempre hace falta de un atrevido, que aparezca con una genialidad individual.

Es claro, que así como para Panamá este partido es de vida o muerte, El Salvador también tiene presente, que ellos tienen el destino en sus manos en el coloso de Monserrat, con un técnico que conoce su rival, y que tiene camerino para motivar y hacerle ver a sus dirigidos, que a pesar de algunas ausencias por lesión, tienen con qué para derrotar a los panameños.

Desde el punto que se quiera ver, es un partido difícil para estas dos selecciones, que a pesar de los momentos críticos en el comienzo de la fase final de la eliminatoria, ambos llegan con muchas ilusiones. 

Bolillo Gómez dijo una verdad durante una reciente entrevista, mencionó que ahora "no hay favoritos", porque en dos fechas todos están luchando practicamente en igualdad de condiciones, lo que es el reflejo de lo que muestran los resultados y la clasificación general. Saben que Panamá, la que era consideraba favorita, se está tambalenado y que el viernes tienen la gran oportunidad para rematarla y tratar de noquearla.

Por parte de los panameños, cada jugador tiene el destino de la selección en sus piernas, en su cabeza y en su actuar, independiente de lo que disponga en la cancha su entrenador. Todo lo bueno que se ha hecho en los 78 partidos con Christiansen, que le ha valido aplausos de propios y extraños, tiene que volver a aparecer, tal vez en el partido más importante para esta generación, o por lo menos para su entrenador. El ser favorito ya no importa ni el maleficio del Cuscatlán, lo que contará será la actitud de cada uno de los que salgan a la cancha y de los que ingresen como recambios.

El viernes solo ellos y nadie más que ellos, serán los dueños de la verdad, para cambiar la historia, en otro octubre que para Panamá ha sido a la vez, tanto grato como ingrato.

 El presente y el futuro está en sus manos.

sábado, 4 de octubre de 2025

LO MISMO DE LO MISMO

TIRO A GOL 







 Campo Elías Estrada
cestradacampo@gmail.com


Por primera vez me pareció sentir que los ánimos se caldearon entre los aficionados y periodistas, después de la eliminación de Panamá en el mundial Sub 20 de Chile, que no era para menos, pues ya son siete participaciones con lo mismo de lo mismo.

Mucho antes de comenzar el mundial se escuchaba que esta era la mejor selección nacional que participaría en una Copa del Mundo Juvenil. Se dijeron tantas cosas de estos muchachos, en su mayoría legionarios, que cualquiera pensaría que se iba a mejorar la última participación del 2019 en Polonia con el mismo Jorge Dely Valdés, cuando se llegó por primera y única vez hasta los octavos de final, pero después de la eliminación de este viernes, en su tercer partido contra Corea del Sur (2-1), la decepción fue total.

Nunca lo había visto, aunque en el 2019 sucedió algo parecido por la manera como se perdió en los octavos de final contra Ucrania (4-1).  Hoy se habla de un rotundo fracaso, porque no hay otra manera de describirlo, después de la respuesta de los muchachos frente a la preparación de cinco estrellas que se le brindó al equipo.

Tuve la oportunidad de cubrir para el Diario La Prensa los primeros cuatro mundiales en Emiratos Árabes Unidos (2003), Holanda (2005), Canadá (2007) y Colombia (2011); los restantes tres de Nueva Zelanda (2015), Polonia (2019) y Chile (2025) los seguí por la televisión. La diferencia entre los cuatro que cubrí y los que he visto por televisión, han sido los legionarios.




 
En Emiratos Árabes Unidos 2003, solo Gavilán Gómez jugaba en el Envigado de Colombia, hoy hubo 10 legionarios que estuvieron en Chile 2025: Tres que juegan en Estados Unidos, dos en España, dos en Brasil, uno en Ucrania, uno en Alemania, que repatriaron, y uno en Costa Rica. Esa es la diferencia entre el primero y el último torneo.

Futbolísticamente, no he visto mayor diferencia entre los primeros y los últimos. A veces me parece inexplicable, porque en la región dejan una grata impresión durante los premundiales de CONCACAF, pero cuando participan en los mundiales, se les olvida el libreto. Por ejemplo, en Chile hay poco para destacar, aunque se valora el 1-1 contra Ucrania, que había derrotado a los nuestros en dos ocasiones, por lo que en esta tercera vez se presagiaba otra derrota.

Por otra parte, revisando los numeros de Panamá en sus siete participaciones, las estadísticas son como para sentarse a llorar. Una victoria en 22 partidos, con 5 empates, 16 derrotas, 15 goles a favor y 44 en contra. Aunque de todas estas participaciones, hay que exonerar a los debutantes del 2003, que participaron bajo otras condiciones. 

Pero entre los 22 partidos, hay uno que se me quedó grabado para siempre, fue el 2-2 ante Argentina, en el debut del mundial del 2015 en Nueva Zelanda, bajo la dirección del argentino Leonardo Pipino, pese a que en las dos siguientes salidas se perdió con Austria (2-1) y Ghana (1-0), para finalizar último en el grupo.

Fue un partidazo, Jhamal Rodríguez empató a los 19 minutos, en uno de los mejores goles de ese torneo, y sobre los seis minutos finales, con el 2-1 en contra, Fidel Escobar remató un centro desde la izquierda de Carlos Small, para empatar el juego en ese inolvidable partido, que es de lo poco rescatable entre el pobre palmarés de los panameños.

En ese partido ante los argentinos iniciaron: Jaime De Gracia, Jesús Araya, Chin Hormechea, Fidel Escobar, Jomar Díaz, Luis Pereira, Jhamal Rodríguez, Julián Velarde, Jesús González, Ismael Díaz y Carlos Small. También jugaron como cambios Francisco Narbón, Edson Samms y Ervin Zorrilla.  

Hay otro dato que es aterrador en estas lides, Panamá tuvo que esperar 18 partidos en un lapso de seis mundiales para ganar su primero y único encuentro frente a Arabia Saudita (2-1) en Polonia 2019, con Jorge Dely Valdés como entrenador. Antes había empatado 1-1 con Mali y había perdido 2-0 con Francia. Su primer triunfo se dio en el cierre del grupo, que lo dejó en el tercer puesto lo que le permitió clasificar por única vez a octavos de final como uno de los mejores terceros.

Miremos este otro dato que contrasta con los de Panamá, se trata de la primera participación de Guatemala en un Mundial Sub 20, en Colombia 2011, cuando ganó su primer juego en ese mismo torneo, durante su tercer compromiso ante Croacia (1-0). Primero había sido goleado en sus dos primeras salidas por Nigeria (5-0) y Arabia Saudita (6-0). A pesar de su diferencia de goles de -10, ese triunfo le sirvió para clasificar a los octavos de final como uno de los mejores terceros donde cayó ante Portugal (1-0), en el Pascual Guerreo de Cali.

Selección nacional que participó en Chile 2025. FOTO/Fepafut



Miremos por encima los resultados de Panamá en los mundiales Sub 20. En el 2003 se perdieron los tres partidos: Burkina Faso (1-0), Emiratos (2-1) y Eslovaquia (1-0); en el 2005 también se cayó en los tres juegos contra Ucrania (3-1), Turquía (1-0) y China (4-1).

En el 2007 se consiguió el primer punto ante Corea del Norte (0-0), mientras se perdió con Argentina (6-0) y República Checa (2-1). En el 2011, se alcanzó otro punto con Austria (0-0), mientras se perdió con Egipto (1-0) y Brasil (4-0) en los dos siguientes juegos.

En el 2015 se obtuvo el tercer punto con Argentina (2-2), pero se perdieron los siguientes juegos con Austria (2-1) y Ghana (1-0), mientras en la mejor participación en el 2019, se ganó el primer partido con Arabia Saudita (2-1) después de haber empatado con Mali (1-1) y perdido con Francia (2-0). Se clasificó a octavos donde Ucrania nos despachó con un 4-1.

En Chile 2025, se perdió en el último minuto ante Paraguay (3-2), se empató con Ucrania (1-1) y se cayó ante Corea del Sur (2-1). 

Antes de comenzar su agitar en Chile, la afición y los medios le estaban pidiendo resultados a los juveniles, porque con tantas participaciones y las mismas historias, no se quería más decepciones en este 2025.

Miremos esta última participación, a pesar de los errores que haya podido tener Jorge Dely Valdés, que es el entrenador panameño más exitoso con las categorías menores, a los jugadores les faltó esa picardía de jóvenes, tuvieron algunos chispazos, pero no se les vio destreza, seguridad completa, habilidad ni decisión para sorprender al adversario. Demasiado timoratos e intermitentes.

Las líneas parecían separadas y por eso al frente el goleador Herrera tuvo poco acción, excepto en un par de tramos del juego contra Ucrania donde marcó un gol y en parte del segundo tiempo ante Paraguay, en el que lamentablemente se perdió el partido en el último suspiro del encuentro por un error de concentración en defensa.

Se esperaba más de este seleccionado de legionarios, pero los mismos resultados han sido la constante en las siete participaciones, donde el rival siempre les roba la partida, les lleva el ritmo del compromiso y siempre se ha hecho difícil salir con los tres puntos. 

A través de las siete participaciones han pasado diferentes entrenadores, pero en la cancha, el rendimiento de los jugadores no ha variado con ninguno de sus directores. Se los ve algo desconocidos, sin contundencia cuando se tiene el balón. Claro, que a los técnicos hay que cuestionarlos porque también son parte de estos descalabros, pero igualmente tenemos que ser realistas, hoy con tantos legionarios en la selección, la diferencia no se nota en la cancha. Si  los entrenadores han fallado, los jugadores tampoco ponen de su parte. Es como si la camiseta de la Selección les pesara. Los números en este torneo hablan del flojo papel de nuestras selecciones.

Tampoco hay que desconocer, que en materia de juveniles el fútbol panameño ha evolucionado considerablemente, que la Liga Panameña de Fútbol le ha brindado oportunidades a los jóvenes en sus diferentes torneos, lo que ha ocasionado que muchos de estos muchachos emigren temprano al exterior. Ni hablar de la Federación Panameña de Fútbol, que siempre ha preparado a estas selecciones con todas las de la ley, con etiqueta de cinco estrellas. Pero a la hora de mostrarse en un mundial Sub 20, estos muchachos desentonan por completo.

Las estadísticas son un reflejo de lo que ha sido Panamá en los mundiales juveniles, donde las expectativas no han sido superadas. Las selecciones que han participado han jugado a lo mismo, casi siempre siendo superadas por sus rivales, con algunos chispazos, pero sin ser consistentes ni mucho menos contundentes, en todo el trayecto de los partidos. 

Algo pasa con nuestros jugadores, me decía en un principio y hoy lo sigo sosteniendo. Solo se participa, pero sin ser protagonistas. Ya son 22 años con lo mismo.     

viernes, 3 de octubre de 2025

DETRÁS DEL JUEGO CON EL SALVADOR

 TIRO A GOL


Selección de Panamá. FOTO/Fepafut



Campo Elías Estrada
cestradacampo@gmail.com


Con la convocatoria que hizo Thomas Christiansen habrá que seguir sufriendo para los partidos del 10 y 14 de este mes contra El Salvador y Surinam, igual o más que lo padecido en los dos compromisos de septiembre. Ninguno de los 24 llamados se presenta como un redentor para la selección nacional, en una eliminatoria de CONCACAF, de la que: ¿quién dijo que sería fácil?

Pero el detalle está en que muchos vendieron la idea de que sería sencillo, por el hecho de que no participarían ni Estados Unidos, México, ni Canadá, que serán los países sedes de la próxima Copa del Mundo 2026. Sin embargo, hoy sin estos tres grandes del área, el panorama se ha tornado más difícil de lo que la afición panameña, periodistas, jugadores y el cuerpo técnico de la selección se lo imaginaban.

Sin los tres pesados de CONCACAF, las dos primeras fechas han resultado impredecibles, excepto para Jamaica, que ha ganado de manera cómoda sus dos primeros juegos en el grupo B, entre los 12 países que toman parte en los tres grupos de cuatro equipos de esta fase final, donde los tres primeros lugares de cada grupo clasifican directo al mundial, mientras que los dos mejores segundos lugares jugarán un repechaje continental.




Entre los 12 finalistas que sueñan con estar en el próximo mundial, Panamá figuraba por primera vez como claro favorito ante la ausencia de los tres países sedes, por su privilegiada posición en el ranking de FIFA que la posiciona como la mejor selección centroamericana, pero de momento, los muchachos de Christiansen no han podido con el peso de ese favoritismo y como sucedió en la pasada eliminatoria para Catar la 2022, los jugadores han sentido más pesada la camiseta en esta eliminatoria en comparacion a la Copa Oro, la Liga de Naciones o la misma Copa América.

Frente a la ausencia en la eliminatoria de los tres grandes del área, todos han visto la oportunidad de hacer realidad su sueño mundialista, porque con este nuevo formato cada uno ve una gran oportunidad de conseguir el objetivo, al menos así lo ha hecho ver la sorprendente Surinam en el arranque de la eliminatoria. Por el contrario, para Panamá, ese favoritismo se ha tornado en una pesada carga que tiene presionado a cada jugador y a su entrenador, que se han enredado en su propio estilo de juego ya de todos conocido, sin pasar por alto que sus rivales la tienen bien referenciada, razón por la que no se ha podido sumar más de un punto en cada partido, por más oportunidades de goles que se les haya presentado en los dos primeros juegos.

Frente a El Salvador del Bolillo Gómez, el próximo 10 de octubre, Panamá busca no solo romper la racha de seis derrotas en fila en el mismo número de visitas al Cuscatlán en compromisos de eliminatoria, sino que enderezar su camino en el que muchos se imaginaban que Panamá sumaría seis puntos a esta altura de la eliminatoria. 

Pero con Christiansen ha sido notorio, que la eliminatoria mundialista se le ha tornado más difícil que los otros torneos donde los jugadores se han robado los aplausos. La presión de un pase al mundial y su rol de favorito ha hecho mella en los jugadores, lo que se hizo evidente en su último compromiso ante Guatemala en el Rommel, donde se pudo observar el bajo nivel de jugadores importantes.

Viendo la convocatoria, Christiansen llamó a gente que ya ha trabajado con el grupo. Es claro, que la responsabilidad de ganar está primero en el entrenador y luego en sus jugadores, pero tambíen es evidente, que los jugadores perdieron la memoria en sus dos primeros partidos de septiembre donde estuvieron por debajo de su nivel comparado a su rendimiento en la Copa Oro, la Liga de Naciones o la Copa América.




En sus primeros cuatro partidos de la eliminatoria frente a selecciones más débiles, la selección no convenció del todo, aunque se ganó invicta los partidos de esa primera ronda, que en una eliminatoria es lo que cuenta. Pero en los dos últimos partidos de la fase final, que son los de la hora de la verdad, se ha dejado muchas dudas y bastante desconfianza.

Ahora, el 10 de octubre se visita a El Salvador, con un entrenador que conoce bien a los panameños y que buscará a toda costa hacer respetar su casa y el historial de enfrentamientos con Panamá en el Cuscatlán. Bolillo jugará a lo que sea con tal de sacar un buen resultado. Seguramente no veremos un partido bonito, pero si muy tenso, por la responsabilidad que tienen los dos equipos.

No está demás, como le escuché decir el otro día a la colega Melissa Gallego, que la federación tuviera un sicólogo para que le diera una charla de motivación al plantel, porque en estos momentos lo necesitan. Por más que jueguen en el exterior y vengan de hacer goles en sus clubes, su rendimiento con la selección en los seis partidos de la eliminatoria han sido muy pobres, comparado con lo que le hemos visto en otros torneos. Hoy, en esta competencia,  se ha perdido la magia, la exquisitez, el carácter, la garra y sobre todo, la serenidad y falta de contundencia al momento de tirar al marco rival. Es como si ya hubieran tocado techo con su último torneo internacional y que en la eliminatoria se esté presentando la curva descendente.

Por más que en Panamá nos demos golpes de pecho afirmando  que  jugador por jugador somos mejor que El Salvador o cualquier otra selección de Centroamérica, en la eliminatoria eso no cuenta. Estos partidos son a otro precio y los jugadores ya lo experimentaron ante Surinam y contra Guatemala, al menos lo han reconocido. Esperemos, como dijo Christiansen, que en la selección hayan 11 líderes cuando pisen el Cuscatlán, porque ninguno de los 24 que se convocó puede ser nuestro salvador, por el contrario, cada uno tendrá que darlo todo para recuperar esa fortaleza como equipo que durante la eliminatoria ha brillado por su ausencia. 

En la eliminatoria los resultados son los que mandan, más allá de todo lo que se haga bien o se hiciera mal, sin importar si se gana jugando mal. Prefiero que se gane sin convencer como pasó en la primera ronda, a  que sigamos repitiendo esa frase que siempre la escuchamos de boca de los jugadores y del propio entrenador: 'es que creamos las mejores ocasiones de gol'.

El 10 de octubre esta generación tendrá la oportunidad de cambiar la historia en el Cuscatlán donde nunca se ha arañado ni un punto, y por cierto, la última vez con Christiansen, que ya perdió allí, no se pudo marcar por primera vez un gol en seis partidos disputados en ese recinto, como al menos había sucedido en los cinco juegos que lo antecedieron.

Habrá mucho por jugarse contra El Salvador, pero siendo realista, en medio de la euforia que rodea a ese partido, no hay que dejar de reconocer, que se trata de un juego más que complicado, sumándole a que hoy ellos tienen al Bolillo como el gran espía, por lo que muy bien este compromiso da para estar preparados, ya sea para reír por primera vez o para seguir llorando por séptima ocasión en el Cuscatlán. Si somos mejores que los salvadoreños, habrá que demostrarlo en la cancha con hechos y mucha garra. En todo caso, los jugadores y Christiansen tienen la última palabra.

Mucha suerte.